La Ilíada de Homero (siglo VIII A.C), está considerado uno de los poemas escritos más antiguos del mundo occidental. Varios siglos después de la batalla, algunos atributos de los personajes y las intervenciones místicas son totalmente irreales, pero otras como el conflicto en si mismo, así como algunos de los personajes y los lugares que aparecen podrían ser verdad. Cabe la posibilidad de que los sucesos relatados no se debiesen a un solo conflicto, sino que compilasen varios hechos.
Con la Ilíada bajo el brazo, Schliemann dedicó todos sus recursos y energías a descubrir la mítica ciudad cantada por Homero. A pesar de sus métodos, hoy en día muy cuestionados, Schliemann se convertiría en el primer arqueólogo aficionado en pasar a la historia por descubrir la mítica y misteriosa Troya.
Schliemann obtuvo los permisos del gobierno turco para excavar, en 1870, y empezó los primeros trabajos en Hisarlik que contaron con la ayuda del arquitecto y y arqueólogo alemán Wilhelm Dörpfeld. Pero fue Frank Calvert quien indicó a Schliemann la ubicación de Troya, aunque éste nunca lo reconoció en ninguno de sus libros. Aquel sensacional descubrimiento fue bautizado como el Tesoro de Príamo.
Schliemann realizó métodos poco técnicos a la hora de excavar, ya que usó dinamita y maquinaria pesada creyendo que la Troya de Homero se encontraba en las capas inferiores de la colina de Hisarlik, lo que destruyó buena parte de los estratos superiores y causó la pérdida irreversible de las ciudades más próximas a las superficie. Y es que, las excavaciones posteriores de arqueólogos como Wilhelm Dörpfeld o Carl William Blegen destacaron que en aquel yacimiento existían nueve ciudades superpuestas, siendo Troya VII, la principal candidata a ser la legendaria Ilión cantada por Homero.