Grupo de Lectura 4: Fecha: 25 de Noviembre de 2016. Lugar: Sala de Juntas del Ateneo de Valencia. Nº de asistentes: 12. Editorial: Alianza. Pág: 356.
Autor: Valentin Louis Georges Eugène Marcel Proust; Auteuil, 10 de julio de 1871-París, 18 de noviembre de 1922) fue un novelista, ensayista y crítico francés cuya obra maestra, la novela En busca del tiempo perdido (título original en francés: À la recherche du temps perdu), compuesta de siete partes publicadas entre 1913 y 1927, constituye una de las cimas de la literatura del siglo XX, enormemente influyente tanto en el campo de la literatura como en el de la filosofía y la teoría del arte.
Proust nació en una familia acomodada y cultivada (su padre era un médico de renombre internacional y su madre una mujer judía muy culta) y siempre estuvieron cubiertas sus necesidades materiales durante toda su corta vida. Fue un niño hiperprotegido por una notoria fragilidad de salud, estado que lo acompañaría durante el resto de su vida, generalmente en forma de ataques de asma, hasta sus últimos años de encierro y su temprana muerte a los cincuenta y un años.
Ya de joven comenzó a frecuentar los salones aristocráticos, lo que le permitió conocer a toda clase de literatos y artistas y, al mismo tiempo, le valió una fama de snob sobre la que André Gide, escritor y editor de la Nouvelle Revue Française (NRF), se fundaría más tarde para rechazar el manuscrito de À la recherche... casi sin leerlo.
Se sirvió de la fortuna familiar para vivir sin trabajar y dedicarse a escribir, aunque sin ningún éxito durante más de veinte años. En ese tiempo sólo consiguió escribir una novela que nunca concluyó y que no publicó, además de artículos y traducciones que no recibieron demasiada atención.
En 1907 comenzó la que sería la primera parte de su gran novela y que titularía Por el camino de Swann (Du côté de chez Swann), publicada en 1913 a cuenta del autor. La segunda parte, A la sombra de las muchachas en flor (À l'ombre des jeunes filles en fleur) obtuvo el Premio Goncourt en 1919, primer reconocimiento de cierta notoriedad que Proust recibió cuando le quedaban sólo tres años de vida. Muy enfermo, dedicó esta última etapa exclusivamente a terminar su gran obra maestra, encerrado en su casa y sin ver casi a nadie. Sin haberla acabado, murió en noviembre de 1922 de una bronquitis mal curada. Su hermano tomaría a su cargo la edición de los manuscritos, que fueron apareciendo uno a uno hasta que en 1927 se publicó el tomo séptimo y final: El tiempo recobrado (Le temps retrouvé).
Sinopsis: De Marcel Proust se ha escrito casi prácticamente todo... desde lo más inteligente a lo más necio (esto último suele encarnarse en esa mentadísima magdalena que tanto citan quienes no llegaron nunca al último tomo). Dentro de la mecánica de una obra que progresa circular e implacablemente hacia la revelación final (esa recuperación de un tiempo subvirtiéndose a sí mismo luego de un tropezón), el amor, o su carencia, protagonizan el errar de unos personajes vistos a través de un «yo» narrador que aparece y desaparece, se esconde y se busca. Afirmó Proust, en una de sus más hermosas y duras páginas, que las dos comunidades más perseguidas de la tierra eran la judía y la homosexual... Para quien supo de la absoluta vulnerabilidad de los artistas y de los enamorados como el exquisito Swann, quien en Un amor de Swann, casi una «novela dentro de la novela» de este primer volumen, se enajena por la cocotte Odette de Crécy que a primera vista «no le gustaba», éste fue el primer paso de un terrorífico ejercicio de análisis. Un análisis sin complacencia ni piedad, un viaje iniciático de lo consciente a lo inconsciente, de la infancia a la premonición de la muerte, de la pasión al desgarro. «¡Y pensar», exclama Swann, «que he perdido los mejores años de mi vida por una mujer que ni siquiera me atraía!».
Gran creador de inolvidables y tragicómicos personajes como la insufrible Mme. Verdurin o el barón de Charlus, Marcel Proust buscó la catarsis, una catarsis imposible, en la escritura. El ritmo de ésta, ternario, es el de una composición musical que no busca los crescendos sino el silencio entre nota y nota... Es decir, lo inconfesable, aquello que se rechaza, teme o repele. Sin duda por ello Marcel Proust es el mejor «tratadista» de las pasiones, la privacidad y la privación de toda una modernidad literaria marcada por el fin de las ilusiones y la aniquilación de las conciencias. Mundanidad e intimidad, veleidades o deseos de absoluto, todo y nada se le insinúan ya al lector en esta primera parte prodigiosa que es Por el camino de Swann. Un camino que lleva lejos, muy lejos... y cuyas únicas señales indicatorias son la lucidez, la belleza más extrema, el coraje más intenso.
Por el camino de Swann (que se estructura en tres partes que inician los senderos de gloria de una narración sobre los celos, el amor, la mezquindad y la marginación), obertura de A la búsqueda del tiempo perdido, es tiempo ganado para cualquier lector que lo sea de veras. Tiempo ganado, imprescindible y «recuperado» desde su primera línea, ése en apariencia anodino «Durante mucho tiempo me he acostado temprano». Una tisana, una losa, un recuerdo de un beso no dado, amores ajenos y propios de un narrador que se incrimina siempre a sí mismo para al fin poder descubrirse... Y las puertas del infierno quedan abiertas de par en par. No hay, a nuestro juicio, escritor más valiente que él. Marcel Proust sabe que todos los espejos de la condición humana están quebrados e invertidos y no le asusta contarlo.
Comentarios: Bien escrito, excelente literatura. Vocabulario muy rico preciosista, descriptivo muy buena literatura magnífico. No lo había leído y le ha sorprendido, la descripción le gusta, autobiográfico incitándole a describir sus vivencias en esa misma tesitura le gusta mucho. Libro psicológico muy marcado, complejo de Edipo quizá por las circunstancias del personaje. Le ha dicho muchísimo, a pesar de los años que lleva escrita es de una actualidad rabiosa, el contacto con la naturaleza, ambiente hipócrita, personajes muy bien descritos, le encanta sobre todo la primera parte en Cambrey.
Muy densa, no ha conseguido leerla del todo, (lo había intentado en otras ocasiones) se le hace ardua exige un alta concentración, riqueza en el lenguaje describe muy bien las sensaciones. Le trae recuerdos de la infancia, la evocación, la naturaleza. Le parece un gran intelectual, criado en un ambiente y circunstancias que favorecieron su estilo de escritura, su nivel descriptivo es genial. La obra en su conjunto es poesía en prosa, le hace recordar cartas a un joven poeta de Rilke, aunque es una obra magnánima, el nivel descriptivo es absolutamente insuperable, destaca la historia de amor entre Odette y Carlos Swan.
El tiempo en que se desenvuelve y las motivaciones, cambio en ese tiempo, lugar y época, realiza una mirada hacia atrás en el tiempo, una añoranza del tiempo perdido. Los personajes son pasivos digamos que pone un espejo y mira alrededor cuenta el paso del tiempo, el narrado tiene un papel crucial muy importante. El niño que habla en primera persona, nos enseña todo lo que ve con sumo detalle y tono confidencial, los actos están muy presentes, le ha gustado mucho. Lo leyó hace mucho tiempo de muy jovencita y le enseño a vivir a abstraerse, sintiéndose muy influenciada por Proust.
Retrata los personajes por dentro de una manera magistral, mezcla de lo imaginario con lo real escritor de sensaciones, acaba con la novela realista por eso es un innovador nos muestra otro tipo de novela su gran fundamento o filosofía es que el hombre se conozca a si mismo. Narrativa memorialista o memorialistica protagonista de la novela es el narrador absolutamente, escritor descriptivo diferente nos habla de un mundo real pero ilusorio al mismo tiempo es un transgresor, un rompedor. Estilo muy introspectivo escribe una madeja de hechos, Proust va más allá del asunto el estilo prima sobre el asunto, libro peculiar y autobiográfico.