A partir del siglo IV, la visión del cristianismo en el Imperio Romano cambió radicalmente. El Edicto de Milán marcó un hito crucial al permitir la tolerancia hacia el cristianismo, pero no lo estableció como religión oficial. La verdadera oficialización del cristianismo llegó con el Edicto de Tesalónica en el 380, promulgado por el emperador Teodosio, quien lo convirtió en la religión del estado. Antes de esta oficialización, hubo diversas persecuciones, y la relación entre el poder estatal y la religión era conflictiva, lo que provocó que los cristianos fueran a menudo víctimas de la furia tanto del poder público como de la muchedumbre.
El conflicto entre el poder estatal romano y el cristianismo se manifiesta claramente en el enfrentamiento entre la autoridad pública y el ámbito religioso personal. Los cristianos, al adherirse a una fe que contradecía el culto al emperador y a los dioses romanos, se encontraron en una posición difícil. La actitud de los emperadores variaba; algunos como Nerón y Domiciano persiguieron a los cristianos activamente, mientras que otros, como Marco Aurelio, mostraron actitudes más neutrales o protectoras.
La conferencia también abordó la controversia sobre la persecución durante el gobierno de Septimio Severo, con diferentes autores disputando si realmente fue un perseguidor de cristianos. Se menciona que Severo prohibió la conversión al cristianismo, pero el alcance y la severidad de esta política son debatidos. Los testimonios de autores contemporáneos y posteriores, como Tertuliano y Eusebio de Cesarea, ofrecen perspectivas variadas sobre las acciones de Severo y el impacto en la comunidad cristiana.
Finalmente, se analizó el caso de los y las mártires cristianos/as, como Perpetua y Felicidad, destacando sus historias de resistencia y fe. A pesar de la dura persecución y el sufrimiento infligido por los gobernadores locales, estas mujeres mantuvieron su fe hasta el final. Sus relatos reflejan la resistencia del cristianismo ante la presión estatal y la influencia de la plebe, ilustrando el contraste entre la fuerza del poder romano y la perseverancia de los creyentes en su fe.