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La Iglesia fundada por Cristo sigue hoy herida por el escándalo sangrante de la división en el s. XVI

16 de noviembre de 2021

El decreto Unitatis redintegratio del Concilio Vaticano II afirma que "la división contradice abiertamente la voluntad de Cristo y es piedra de escándalo para el mundo y obstáculo para la evangelización" (UR 1). La Iglesia fundada por Cristo sigue hoy herido por el escándalo sangrante de la división, que resta eficacia salvífica a su acción y no contribuye a la realización del proyecto de reconciliación universal de Jesucristo: "Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti" (Jn 17, 21).


En el siglo XVI, en 1521, se excomulga a Lutero, y con esta excomunión se produce una nueva división, esta vez al interno de la Iglesia de Occidente. Nuevamente fueron cuestiones teológicas las que influyeron, pero no solo, e incluso estas razones teológicas fueron aprovechadas para justificar otro tipo de decisiones más ligadas a la política que a la fe. Y, a partir de esta división, comienza a desgarrarse la Iglesia de Occidente: reformados (Calvino, Zwinglio), anglicanos, metodistas, veterocatólicos, pentecostales, evangélicos…, que tienen su origen en lo que hoy conocemos como "protestantismo".


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