La construcción de los rascacielos más altos es un símbolo de poder, pero también de atracción turística allá donde se erigen. Estamos viviendo una auténtica fiebre por competir por la altura. En la actualidad, Asia ha reemplazado a los Estados Unidos en la construcción de los rascacielos más altos, y China, con cinco, es el país que más tiene en el top-10 de los edificios más altos del mundo.
A lo largo del último siglo y medio de la historia se han construido los rascacielos que dominaron el mundo durante ciertos años. Entre el que se considera el primer rascacielos de la historia, el Home Insurance Building de Chicago (1885) de William Le Baron Jenney, con 42 metros de altura, y la torre más alta del mundo, la torre Jalifa de Dubái (2010), con 828 metros de altura, se han levantado edificios de una altura enorme que, hoy en día, dominan las siluetas de las grandes ciudades del mundo.
Las técnicas de construcción, los materiales y el diseño, en definitiva el avance tecnológico (los cálculos de estructuras ya los hacen potentísimos ordenadores) han permitido esta gran evolución en los rascacielos, tanto que incluso se están superando los límites que se imaginaban los propios arquitectos y constructores.
El Prof. Dr. Adolfo Alonso Durá, doctor Arquitecto y profesor titular de Cálculo de Estructuras en la UPV, nos mostró cómo ha sido esta espectacular evolución de los edificios que en algún momento de la historia dominaron el mundo desde las alturas. Además, el profesor especialista en estructuras habló sobre la relación que tienen estos edificios con el viento y también con los terremotos. Los rascacielos son expresamente diseñados y calculados para resistir esfuerzos laterales (y verticales) como en seísmos y huracanes. La estructura de los rascacielos se diseñan para que no se mueva en resonancia con el terremoto, y mayor altura del edificio es más complicado, casi imposible, que el periodo del terremoto y del edificio coincidan, por ello la construcción no cae.
Pero con el viento sucede al contrario. El viento es mucho mayor en altura que en superficie, por eso conforme gana en altura el rascacielos, éstos van perdiendo superficie contruida, ya que el 'efecto vela' es el gran peligro que tienen de derrumbe. De hecho, la torre Jalifa de Dubái oscila en su punto más algido en un metro y medio respecto a la base cuando sopla en el viento.
Por experiencia, se sabe que entre más alto es un edificio más será golpeado por las ráfagas naturales del viento, lo que puede causar desperfectos en la estructura, como desprender vidrios o marcos de ventanas, hasta provocar ciertos movimientos que pueden marear a las personas. La manera más fácil de controlar esta oscilación es crear una estructura firme, bien anclada entre sí para que trabaje como una unidad. El problema empieza cuando los niveles aumentan. Aquí es cuando la tecnología sale a relucir y ha propiciado que los nuevos rascacielos se contruyan con materiales específicos y tomen formas cada vez más redondeadas para evitar la acción del viento.