Los Jardines Colgantes de Babilonia es considerada una de las siete maravillas del mundo antiguo. Fueron construidos en el siglo VI a. C durante el reinado de Nabucodonosor II en las antigua ciudad de Babilonia, a orillas del río Éufrates. En los jardines se plantaban palmeras y árboles frutales, como el dátil y los cocos. Se cree por sus diseños y construcciones que las obras se iniciaron en el 600 a. C., como muestra de amor de Nabucodonosor II hacia su esposa Amitis, hija del rey Ciáxares del Imperio medo para recordarle las montañas de su tierra.
Pero, ¿existieron realmente los Jardines Colgantes de Babilonia? Por desgracia, son pocas las fuentes sumerias de las que disponemos hoy en día, y lo único de lo que tenemos certeza es de que algún que otro historiador griego hace alusión a ellos. Historiadores como Herodoto no hablan de ellos, pero sí que lo hacen otros como Filón de Bizancio, Estrabón, Quinto Curcio Rufo o Diodoro de Sicilia, aunque no todos ellos son contemporáneos. Durante el siglo IV a.C., se realizó un listado de los lugares más maravillosos del mundo, y estos jardines se encontraban entre ellos, pese a que Babilonia ya había quedado reducida a poco más que ruinas.
Además, no se sabe con seguridad el momento histórico en que existieron. Hay quienes consideran que se levantaron durante el Imperio Neobabilónico. No obstante, otros historiadores los fechan mucho antes, en el siglo IX a.C., bajo el poder de la reina asiria Semíramis.
Tampoco se sabe con exactitud cómo debían ser estos jardines. Se cree que fueron terrazas escalonadas sobre enormes piedras sobre las cuales caían arbustos junto a la plantación de flores y árboles. Consideran que se levantaron usando máquinas como norias hidráulicas, a través de las cuales elevaban el agua. De hecho, incluso se han localizado ruinas de lo que se considera el Palacio del sur. No obstante, es probable que muchos restos queden enterrados bajo el río Eúfrates.
Se considera que estos jardines fueron perdiendo esplendor hasta desparecer junto con el propio imperio babilónico. Su fragmentación y la presión constante de los persas hizo que cayeran en desgracia bajo el peso de Ciro II El Grande, que entró en un lugar asolado por las guerras civiles. Siglos después, en el 125 a.C., un incendio provocado por la conquista de la ciudad por parte de Evemero redujo a cenizas el esplendoroso lugar, y eso fue lo que encontraría posteriormente Alejandro Magno. Así se cree que pudo morir la leyenda de los Jardines Colgantes de Babilonia, pues las controversias y la falta de pruebas están a la orden del día cuando se habla de esta polémica y espectacular construcción.