Cualquier viaje al Yucatán es obligada la visita a la Pirámide de Chichén Itzá. Se eleva con precisión geométrica en medio de una explanada que hace mil años fue el centro político, religioso y cultural del imperio maya. Chichén Itzá significa "boca del pozo de los itzaes", en alusión al cenote situado al norte de la pirámide y que era considerado un enclave sagrado, además de una fuente de agua dulce esencial para aquella ciudad de templos y sabios astrónomos.
El recinto arqueológico Patrimonio de la Humanidad desde 1998, ocupa 15 km2, y constituye uno de los testimonios más importantes de la civilización maya. El estudio de los grabados y la disposición de los edificios ha revelado que los mayas tenían conocimientos de astronomía, ya que conocían el ciclo de Venus de 584 días y el hecho de que cada 8 años retornase a la misma posición en el cielo, lo que se reflejaba a su vez en el calendario maya. El edificio del Caracol era un observatorio astronómico.
La ciudad posee, además, emplazamientos únicos como la cancha del Juego de Pelota, la calzada que lleva al Cenote Sagrado, las esculturas del dios Chaac, los relieves de la Casa de las Monjas o las cabezas de la Serpiente emplumada (Kukulcán).