La Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén es la primera orden reconocida como tal. Desde su creación en 1098, no ha desaparecido nunca, confiriéndole esto también la cualidad de ser la Orden más antigua del mundo. Su cometido principal fue velar por el Santo Sepulcro en Tierra Santa, y en la actualidad su principal misión es proveer de sustento económico y humano para poder llevar a cabo las misiones humanitarias en Tierra Santa.
La orden del Santo Sepulcro nace en Jerusalén poco después de que fuera conquistada la ciudad por Godofredo de Bouillon durante la Primera Cruzada. Este caudillo borgoñón, tras ser aceptado como protector del Santo Sepulcro, organizó un servicio religioso con canónigos del clero regular, a cuyo frente nombró a un prior. Creó asimismo una guardia de honor con caballeros cruzados que prestaron voto de obediencia con el juramento de consagrar su vida a la defensa del Santo Sepulcro.
La orden del Santo Sepulcro se distinguió por unir el carácter militar de sus caballeros con el religioso de sus canónigos. Los caballeros, bajo la obediencia del patriarca latino de Jerusalén, prior general de la orden, concretaron su organización durante el reinado de Balduino I (1100-1118).
Tras la caída de Sanjuan de Acre (1291), los caballeros y canónigos de la orden se dispersaron por los reinos europeos que manteníano prioratos. El papa Inocencio VIII en el año 1489 incorporó la orden con todos sus bienes a los Hospitalarios de San Juan, pero siete años después el papa Alejandro VI anuló dicha decisión.
A partir de entonces surgieron diversas iniciativas para revitalizar la orden, especialmente en el año 1558 en el que se ofreció a Felipe II de España el Gran Maestrazgo de la orden. La última tentativa se produce en 1818, al autoproclamarse Luis XVIII de Francia soberano y protector del Santo Sepulcro. En el año 1847, resurge la orden cuando el papa Pío IX restaura el Patriarcado Latino de Jerusalén y concede al patriarca el Gran Maestrazgo de la orden.