El Ciclo de las Órdenes Militares y Hospitalarias desarrolló una nueva conferencia y esta vez se habló de "La Orden del Monte Gaudio", nuevamente impartida por el profesor, humanista y escritor, D. Juan Benito Rodríguez Manzanares.
Esta segunda conferencia de esta segunda parte del ciclo, está dedicada a la Orden de Monte Gaudio, la cual, el nombre más completo que ha tenido en alguna ocasión, ha sido, Orden Militar de Caballeros de Santa María de Monte Gaudio de Jerusalén, aunque ha pasado a la Historia tan sólo como la Orden de Monte Gaudio.
Procede comentar como apunte extra que, el Monte Gaudio, situado en Palestina, y que se eleva 895 metros sobre el nivel del mar, en latín sería "mons gaudii", el cual se puede traducir a español como Monte del Gozo o de la Alegría, la cual hace referencia, justamente, a la alegría que sentían los peregrinos al ver ya cercano el final de su viaje, y divisar desde su cima, toda Jerusalén y toda Palestina.
Comenzaremos por remontarnos a la época de la II Cruzada, la cual, convocada por el papa Eugenio III (¿? -1153), comenzó en 1145 y concluyó en 1149, siendo liderada por el rey Luis VII de Francia (1120-1180), llamado 'Luis el Joven', y por el rey Conrado III de Alemania (1093-1152), gobernador del Sacro Imperio Romano Germánico. Pero la cruzada fue un gran desastre para los cruzados, y los ejércitos que comandaban ambos dirigentes fueron derrotados por los turcos selyúcidas.
Mas, lo que quedaron de esos ejércitos, en 1148 decidieron sitiar Damasco, y tras siete días de asedio, los cruzados de nuevo obtuvieron una gran derrota en la que murieron numerosos guerreros, y los que quedaron, regresaron a Jerusalén, para poco después regresar a sus casas, la mayoría de ellos sin dinero ni gloria.
Pero el cruzado Rodrigo Álvarez de Sarriá, tercer conde de Sarriá (¿? -1188), hijo de Álvaro Rodríguez, segundo conde de Sarria (1129-1167), y de la infanta portuguesa Sancha Fernández (c. 1018-1067), hermana del rey Alfonso VII de León (1105-1157), llamado «el Emperador», se quedó en Tierra Santa, y ofreció sus servicios al rey de Jerusalén Balduino III (1130-1163), para ayudar a proteger a los peregrinos, y con ello, defender los territorios conquistados. Esto hizo que Rodrigo Álvarez de Sarrià, se curtiera en mil batallas junto a los caballeros de otras órdenes, como los templarios, granjeándose el título de "Paladín de la Fe".
Con estas credenciales de fiero guerrero, a Rodrigo Álvarez le fue sencillo convencer al rey Balduino III para crear una nueva orden militar que defendiera Jerusalén, y para que esta nueva orden tuviera su sede, solicitó al rey la iglesia-fortaleza de Monte Gaudio, el rey accedió a los deseos del cruzado y creó la Orden Militar de Caballeros de Santa María de Monte Gaudio de Jerusalén, la cual, ganó, y ayudó a ganar innumerables batallas, recibiendo por ello numerosas posesiones.
Los historiadores coinciden en datar la creación de la Orden de Monte Gaudio en Tierra Santa, sobre 1148, y desde esta creación, hasta que se fundó o refundó la misma en el reino de Aragón en 1172, se sabe muy poco, o nada, sobre la Orden, desconociéndose totalmente su devenir, y qué pudo pasar con la misma.
En este momento es preceptivo apuntar que, algunos historiadores coinciden en que la Orden no se creó en Tierra Santa, sino que se fundó directamente en el reino de Aragón en 1172, siendo rey Alfonso II de Aragón (1157-1196), llamado "el Casto", y dejando la creación de la misma en Tierra Santa, tan sólo en el ámbito de la leyenda.
Para esta conferencia se toma como válido que, la Orden de Monte Gaudio, se fundó en Tierra Santa.
Rodrigo Álvarez, fundador de la Orden de Monte Gaudio, fue un conde gallego de juventud disoluta, y dado a todo tipo de placeres y excesos. Era sobrino del rey Alfonso VII de León y de Castilla (1105-1157), llamado "el Emperador", y fue tenente de la Villa de Sarriá, en la provincia de Lugo hasta 1171.
En un año que se desconoce, Rodrigo Álvarez regresa de las Cruzadas, y en 1169 participa en la toma de Badajoz, y sumándole a sus campañas en batalla la fama que le precedía de sus campañas en Tierra Santa, no le costó ganarse la simpatía del rey Fernando II de León (1137-1188), el cual le concedió numerosos cargos y privilegios.
A Rodrigo Álvarez le atraía ingresar en la orden templaria, pero, no lo hizo, y en 1170 formó parte del grupo de nobles que se reunieron en Cáceres y fundaron la Orden de los Frates de Cáceres, germen y semilla de la que en poco tiempo se conocería como la Orden de Santiago.
La Orden de Santiago como tal, la fundaron algunos caballeros arrepentidos de las vidas disolutas y licenciosas que habían llevado desde, o, en su juventud, como había sido la juventud de Rodrigo Álvarez, para así, llevar una vida de privación, sacrificio, lucha contra el infiel, y de ayuda a los peregrinos y necesitados, con la que expiar su antiguo modo de vida.
Rodrigo Álvarez llegó a ser Comendador Mayor de la Orden de Santiago, y, además, contaba con el favor del rey Alfonso I de Portugal (1109-1185), el cual, le otorgó a él personalmente una alta distinción, pues este rey donó a la Orden de Santiago la villa de Abrantes y el castillo de Monte Santo en Portugal, con expresa condición de que los tenía que poseer el Comendador Mayor de Orden, el conde Rodrigo Álvarez de Sarria, y no otro Comendador.
Pero la verdad es que Rodrigo Álvarez no duró mucho tiempo en dicho cargo de Comendador Mayor, pues poco tiempo después de ostentarlo, el 9 de Julio de 1172 renunció ante el cardenal Jacinto Orsini (1106-1198) del hábito de la Orden de Santiago, pues en su intención estaba refundar la Orden de Monte Gaudio.
Con estos mimbres, solicitó la refundación de la Orden, y mediante una bula del papa Alejandro III (1100/5-1181), dada en Tusculano, ciudad del Lacio en Italia, el 24 de noviembre de 1172, la solicitud para refundar la Orden de Monte Gaudio le fue concedida.
Entre otras cosas, en esa bula de creación de la Orden, le otorgaba;
"la facultad para recibir en su Orden a los bravazones y vascos que estaban excomulgados y entredichos, siempre que recibieran la absolución de sus prelados y no hubiesen profesado en otra Orden".
Además, también recogía la bula, que la Orden de Monte Gaudio nunca podría aceptar castillos que pudieran crear conflictos con la Orden santiaguista.
Como, según dictado en la bula, quien ingresara en la Orden de Monte Gaudio no podía haber estado en las filas de ninguna otra orden, y como en el reino Castilla, ya existían algunas de renombrado poder, prestigio y valía, como las órdenes de Calatrava, Alcántara y Santiago, decidió trasladarse al reino de Aragón, donde se encontró que, el rey Alfonso II de Aragón deseaba tener una Orden propiamente aragonesa, ya que el reino de Castilla contaba con las citadas órdenes.
Así el rey Alfonso II de Aragón y el Maestre Rodrigo Álvarez, unieron sus deseos por conformar una orden, y como resultado, el 7 de julio de 1172, se fundó oficialmente la Orden de Monte Gaudio en Aragón, la cual, como ya he citado anteriormente, fue aprobada el 24 de noviembre de 1172 por el papa Alejandro III.
Tras ello, comenzó a reagrupar a todos los antiguos caballeros de la Orden de Monte Gaudio que creara en Tierra Santa, y de nuevo, pasó a ser su Maestre. La Orden de Monte Gaudio tomaría la recta y dura Regla del Cister.
El rey Alfonso II de Aragón le concedió a la recién creada Orden de Monte Gaudio, la fortaleza turolense de Alfambra, de donde tomó el nombre por un breve tiempo de su primera época, y desde donde pudieron luchar contra los moros que amenazaban Teruel y las poblaciones fronterizas.
En 1174, su prima, la princesa Sancha de Castilla (1154/55-1208) fue a Zaragoza para casarse con el rey Alfonso II de Aragón, y él, Rodrigo Álvarez, como un perfecto cruzado y caballero, la acompañó. Esto hizo que, aunque fuera lejanamente, emparentasen el rey Alfonso II de Aragón y Rodrigo Álvarez, reforzando aún más sus relaciones.
También en 1174 según privilegio de donación firmado por el rey Alfonso II de Aragón, reciben la villa de Fuente de Alfambra reconquistada a los musulmanes, y en donde la Orden había participado con honores.
Entre octubre de 1176 y junio de 1177 el príncipe de Antioquía Reinaldo de Châtillon (1120-1187), también conocido como Reinaldo I de Antioquía, donó tierras en Tierra Santa, a la Orden de Monte Gaudio, donación que fue confirmada por el rey Balduino IV de Jerusalén (1161-1185), llamado "el Leproso", o, "el Santo", con la condición de que Rodrigo Álvarez y sus caballeros, lucharan en Tierra Santa contra los infieles, concediéndoles en 1176, la custodia y guarnición de varias torres de la ciudadela de Ascalón.
Por su parte, la hermana del rey Balduino IV, la condesa de Ascalón y Jaffa, Sibila de Jerusalén (¿?-1190), también en 1177, donó a Rodrigo Álvarez, tierras y rentas en Ascalón, recibiendo, además, en 1178, otras donaciones del Santo Sepulcro. Todos estos privilegios fueron confirmados en 1180 por el papa Alejandro III.
Rodrigo Álvarez peregrinó a Jerusalén en 1175, y de nuevo en 1180, siendo quizá en su regreso a Aragón, cuando trajo la muy venerable imagen de Nuestra Señora de Monte Gaudio, la cual fue colocada en la pequeña ermita del castillo de Monfrag, situado a orillas del rio Tajo, y formado por dos recintos alargados, recias barbacanas, cinco torres almenadas y una impresionante torre del homenaje, que en 1172 fue cedido a la Orden de Monte Gaudio por la Orden de Santiago, para que estableciera allí la casa principal, antes que el rey Alfonso II de Aragón le concediera la fortaleza de Alfambra.
En 1182, reciben de manos del rey Alfonso VIII de Castilla (1155- 1214), llamado "el de las Navas" o, "el Noble", la villa de Villarrubia, y de manos del rey Fernando II de León, reciben un coto en el valle de Neira, la mitad de las iglesias de Ceranio, Canovia, Pusnella y San Pedro de Heremo. La Orden estaba en pleno auge, y se expandió rápidamente por los reinos de Aragón y Valencia, teniendo las posesiones del castillo de Alfambra, el castillo y villa de Orrios, Escorihuela, Perales del Suso, Villapardo, Altabas, Malvecino, Alcaltrel y Miravete, llegando a tener posesiones incluso en Italia.
Rodrigo Álvarez traslada la sede de la Orden desde el castillo de Monfrag al castillo de Alfambra, donde custodiaban y veneraban un trozo de Lignum Crucis que el Papa, en Roma, le había entregado a su madre, la infanta Sancha.
Con todo lo antedicho, se deduce que, la primera orden hispánica que intervino en Tierra Santa fue la Orden de Monte Gaudio, pues hay constancia de que, a otras órdenes como la Orden de Santiago, les solicitaron su participación en Tierra Santa, pero no hay constancia de que ninguna otra, además de la Orden de Monte Gaudio, estuviera presente en ella.
En 1186 se inicia una crisis en el seno de la Orden, mientras Rodrigo Álvarez se encontraba de nuevo en Tierra Santa; el comendador de Alfambra, que, como máxima autoridad en el reino Aragón, gobernaba las casas y los bienes de la Orden en este reino, ofreció todas las fortalezas y heredades bajo su jurisdicción a la Orden del Temple; el maestre templario correspondiente, aceptó la donación bajo la condición de que, fuese aprobada por el rey de Aragón y por el gran maestre del Temple. Pero el rey Alfonso II de Aragón, no dio su conformidad, y la donación de las posesiones en Aragón de la Orden de Monte Gaudio a la Orden del Temple, no se realizó.
El 4 de julio 1187 acontece la Batalla de los cuernos de Hattin, con la victoria del sultán Al-Nāsir Ṣalāḥ ad-Dīn Yūsuf ibn Ayyūb (1138-1193), más conocido como Saladino. Todos los ejércitos cruzados participantes en esta batalla, incluso los de la Orden de Monte Gaudio, fueron destruidos. Tras esta victoria, Jerusalén capituló ante Saladino, siendo esto el principio del fin de las órdenes militares en Tierra Santa.
Posteriormente, del 20 de septiembre al 2 de octubre de 1187, siendo rey de Jerusalén, Guido de Lusignan (c. 1150-1194) tuvo lugar el Sitio de Jerusalén, también a manos de Saladino. El resultado de ese asedio fue que Jerusalén cayó bajo el poder musulmán, y con ello, también cayó la sede de la Orden de Monte Gaudio en Tierra Santa, la cual perdió. Los caballeros supervivientes regresaron al reino de Aragón.
En 1188 fallece Rodrigo Álvarez, siendo enterrado, según algunos historiadores, en Alfambra. Le sucede en el maestrazgo de la Orden, su lugarteniente, el leonés Rodrigo González, siempre fiel al ideario de la Orden, pero, por desgracia, no poseía la fuerte personalidad de su antecesor. Extremo que aprovechó la facción extranjera de la Orden, para ocupar los altos cargos de la misma, sustituyendo a los caballeros castellanos y leoneses.
Como apunte histórico, comentar que, no se conocen los nombres de los primeros caballeros de la Orden de Monte Gaudio en Tierra Santa, y tampoco el de los supervivientes de la Batalla de los Cuernos de Hattin que llegaron al reino de Aragón, excepto Rodrigo Álvarez. Maestre; Rodrigo González. Comendador Mayor. Y posteriormente segundo Maestre; Frey Gasco. Maestre (Perteneciente a la facción extrajera); Frey Fralmo de Luca (Perteneciente a la facción extrajera). Pero sí se conocen los nombres de algunos de los nobles que se unieron a la Orden de Monte Gaudio en el reino de Aragón. Juan García, Velasco Ortiz, Pedro Ximenez, Munio Fernández y García Garcés.
El rey Alfonso II de Aragón, comprueba que la Orden había entrado en una total decadencia, así que en 1188 le encomienda dos nuevos fines: el de ser hospitalaria y el de ser redentora, para redimir a los cristianos que cayeran en manos de los moros.
También en 1188 se produce un cisma interno en la Orden por el maestrazgo en la misma, cosa que favoreció la separación de la Orden en dos ramas, la de Castilla y León, por un lado, y de la Corona de Aragón, por el otro.
Así pues, rey Alfonso II de Aragón, le cambia el nombre a la rama aragonesa de la Orden, denominándola, Orden de San Redentor y como Sede, le concede el Hospital de San Redentor que había fundado en Alfambra, Teruel, en 1178. En esta nueva Orden había caballeros de muchas nacionalidades, pero faltaba la necesaria disciplina entre ellos, así que vio el rey que la defensa de la frontera de Aragón corría serio peligro.
La Rama de Castilla y León, es acogida por el rey Alfonso IX de León (1171-1230), cediéndoles el castillo de Monfrag y las posesiones de Trujillo. Los caballeros de Monte Gaudio aceptaron esta donación y, en reconocimiento, defendieron al rey Alfonso IX de León en sus luchas contra los musulmanes.
En mayo de 1189, el rey Alfonso II de Aragón, quiere gratificar los servicios prestados por Rodrigo Álvarez y la Orden de Monte Gaudio, y le concede a esta, ciertos derechos y posesiones en Fraga, siendo señor de Fraga el noble Arnal de Eril. Algunos de estos derechos y posesiones fueron:
- La vía de acceso a la villa.
- La explotación del puente de Fraga.
- La finca o alquería del fallecido Pedro Maza.
- La explotación del Sotet.
- Y derechos de la iglesia, exceptuando los pertenecientes al obispo de Lérida.
Firmaron como testigos de las donaciones, entre otros, Berenguer, obispo de Lérida. Ramón de Moncada, y los sarracenos Moferix de Abahadida, Jafia Lebrel y Jafia Lalamuy.
Mas, en 1189, el maestre de la rama de Castilla se sintió muy molesto con la rama de Aragón, motivo por el cual, se produjo la primera gran desavenencia entre ambos maestres, pues los caballeros montegaudios castellanos eran partidarios de la unión con los santiaguistas y los montegaudios aragoneses no.
Esto hizo que las ramas de Alfambra en Aragón y de Monfrag en Castilla, no se volvieran a fusionar nunca a pesar de su origen común.
En 1194, los caballeros franceses e italianos de la rama aragonesa, que eran mayoría y ocupaban los mejores cargos en la Orden, eligieron como maestre al italiano fray Gascó, provocando esto una división interna en esta rama, siendo la facción extranjera la que quería unirse a la Orden del Temple, pues esta Orden no era española y mayoritariamente estaba compuesta y gobernada por extranjeros, y con esta unión, todas las posesiones de la Orden de Monte Gaudio, pasarían a la Orden del Temple. Pero los caballeros montegaudios castellanos y leoneses liderados por Rodrigo González, se opusieron a esta unión, por considerarla una traición a los ideales fundacionales de la Orden.
En marzo de 1195, el papa Celestino III (1106-1198), emitió una bula concediendo a los templarios, el Hospital y la sede de San Redentor, bula que no fue bien acogida por los caballeros de la Orden de Monte Gaudio castellanos y leoneses, y la facción aragonesa no extranjera, que se oponían a una fusión con los templarios, y que, consecuentemente, la impugnaron.
En 1196 el maestre italiano frey Fralmo de Luca, con el beneplácito del papa Celestino III, y del rey aragonés Alfonso II, tras considerar la escasa efectividad de la Orden, sumida en una total decadencia, renuncia a la regla cisterciense y firma en Teruel la incorporación de la Orden de Monte Gaudio a la Orden del Temple, entregando a la misma el castillo de Alfambra con todo lo que esto conllevaba, como cruces, libros, y, una reliquia del lignum Crucis. Y también les entrega algunas otras edificaciones como los molinos de Orrios, las iglesias de Rueda, de las celadas, de Fuentes García, de Teruel, de Bisbal, de Villarluengo, de Burbagena y de Calatayo.
Algunos de los nombres implicados en la donación, fueron: Frey Fralmo de Luca. Gran Maestre de la Orden de Monte Gaudio; Frey Gilbert de Erail. Maestre Provincial de la orden del Temple; Frey Ponz de Rigalt. Maestre de Ultramar de la orden del Temple.
Otros nombres relacionados en la donación, fueron: Frey Gascó Martí. Comendador de Castellote; Frey Michel Capella; Frey Per Gómez. Comendador de Alfambra; Frey Martín Per. Comendador de Villel; Frey García. Comendador de Montis; Frey Sanz. Comendador de Orrios; Frey Furtuyn Xemeni. Comendador de Libros y Frey García de Jacha. Comendador de Imanes.
En Aragón, frey Gascó de Castellote, tenente y comendador de Castellote se opuso a la fusión de ambas órdenes y resistió durante algún tiempo en esa fortaleza, defendiendo sus derechos y los de su Orden.
En Castilla y León, la Orden de Monte Gaudio, con su comendador Rodrigo González al frente, decidió seguir su propio camino, desacatando su incorporación a la Orden del Temple. Esto hizo que el castillo-santuario de Nuestra Señora de Monfrag en Cáceres, donde se asentaban, lo tomaran como sede maestral, y cambiaran su nombre por el de Orden de Santa María de Monfrag.
Cuando en Aragón se produjo la fusión de la Orden de Monte Gaudio con los templarios, los caballeros que no estuvieron de acuerdo con esa unión, tuvieron que abandonar este reino, y refugiarse en el castillo de Monfrag junto a sus hermanos de Castilla. En la actualidad, Monfrag perteneciente a la Comunidad de Extremadura.
En la ermita del castillo de Monfrag, colocaron a su Virgen y Señora de Monte Gaudio, jurando los nobles caballeros ante ella, como testigo de su fe, defender sus orígenes y sus estatutos, y enriquecer aún más la historia de la Orden original.
Ya como Orden de Monfrag, y sin sus posesiones en los reinos de Aragón y de Valencia, reclamaron y exigieron a la Orden del Temple, la restitución de sus tierras y bienes como legítimos continuadores de la Orden de Monte Gaudio.
La Orden de Monfag, seguía custodiando la vía norte-sur del Tajo, acudiendo siempre donde se les requería, y apoyando a los ejércitos cristianos en su conquista y protección. Colaboraron con la Orden de Santiago, con los Frates Trujillenses, y sobre todo con la Orden de Calatrava. Y, aunque el número de sus caballeros era muy escaso, su valentía y la disciplina en la lucha eran ejemplares.
Por sus brillantes acciones en combate, en 1198 reciben el palacio de Las Salinas de Salamanca, y algunos otros bienes.
Aunque la Orden de Monfrag disponía del apoyo moral de los reyes de León y de Castilla, llegaron al razonamiento de que no podían continuar siendo una Orden independiente, dada la falta de posesiones y caballeros, así pues, decidieron unirse a la Orden de Calatrava, ya que, preferían ser absorbidos por una orden española y no por una orden extrajera como lo era la Orden del Temple.
Recurrieron al papa Inocencio III (1161-1216) para solicitar su autorización de ingreso en la Orden de Calatrava, que estaba bajo la Regla del cister, y este accedió a la anexión de la Orden de Monfrag junto con todas sus posesiones a la Orden de Calatrava, pero el maestre Templario se opuso a tal unión exigiendo además todas las posesiones de la Orden de Monfrag.
Entonces el papa Inocencio III, volvió a dudar de su decisión, y ante la creciente hostilidad entre los caballeros de Calatrava y Monfrag contra los Templarios, optó por nombrar como representantes suyos a los obispos de Zamora, y de Osma, y al abad de Veruela, para que solucionaran la disputa, pero la manifiesta parcialidad de todos ellos a favor de los Templarios hace decidirse definitivamente al papa, el cual, por bula del 17 de junio 1206, reitera que deben respetarse los acuerdos firmados por Frey Fralmo con la Orden del Temple, haciendo que, la mayoría de los bienes de la Orden de Montegaudio de Fraga, pasaran a los templarios, que era la orden elegida por los freires que quedaban en Aragón, permitiendo a los caballeros que no estuvieron de acuerdo, conservar el castillo y algunas otras heredades, como dice textualmente la citada bula:
"…que axí castels com cases, possessions e altres coses, que en aquells temps que (h)erederen a vostra Casa, aquels frares havien, vostra Casa d’aquí avant poseesca, si alcuna cosa los dits frares de Santa Maria de Montgay tenen de les possessions damunt dites."
En 1215, el papa Inocencio III confirmó la transferencia de los bienes de la Orden de Monte Gaudio en Aragón, a la Orden del Temple, momento que aprovechó el maestre de la Orden de Calatrava, para volver a insistirle al papa Inocencio III, a favor de la, ahora ya, Orden de Monfrag, pero este confirmó que todas las posesiones que tenían en los reinos de Aragón y Valencia los caballeros montegaudios, debían pasar a la Orden del Temple, quedándose únicamente estos con las posesiones que tenían en León y Castilla, más los que pudieran obtener en sucesivas campañas.
También en 1215, convocado por el papa Inocencio III, se celebró el IV Concilio de Letrán, en el mismo, además de temas políticos, sobre todo referentes a Francia y el papado, se trató de la proliferación de pequeñas órdenes, sobre las cuales no ejercían todo el control que deseaban. Como solución decidieron fusionar la Orden de Monfrag con la Orden de Calatrava, mas, como la Orden del Temple no estuvo de acuerdo con esa fusión, la misma se demoró hasta 1221.
Un año después del IV Concilio de Letrán, en 1216 la Orden de Monfrag recibe una heredad en Magán (Toledo). Y en 1218 se convierten en herederos únicos de las posesiones de Domingo Beatriz y su mujer doña Enebra. Y en 1218 Domingo Pérez se ofreció como caballero a la Orden, pero a pesar de esas nuevas posesiones, la Orden de Monfrag seguía luchando por subsistir, pues el auge y el predominio de las Órdenes de Santiago, Calatrava y Alcántara, donde militaban las familias de más linaje de León y Castilla, se plasmaba en una escasa incorporación a la Orden de Monfrag.
El 23 de mayo de 1221, el rey Fernando III de León y de Castilla, (1199-1252), llamado «el Santo», decide, por bula apostólica emanada del IV Concilio de Letrán, entregar a la Orden de Calatrava el castillo de Monfrag y cuantos bienes tuvieran. En un pasaje, la bula dice literalmente:
"…habiendo perdido esta Orden de Montfrag en lo sucesivo mucho esplendor y disminuyéndose más y más el número de sus caballeros, San Fernando, para no dejarla extinguir entermente, la incorpora a la de Calatrava…"
Pero, como ya ocurriera años atrás, no todos los caballeros monfraguenses estuvieron de acuerdo con esa obligada absorción, haciéndose fuertes algunos freires en las fortalezas toledanas de El Carpio, Montalbán, Ronda, y en la línea del Tajo, solicitando unirse a los caballeros templarios y entregar a esta orden sus posesiones, pero la presión del rey y de la Orden de Calatrava les obligaron a capitular y entregar las plazas.
De esta manera, tras 48 años, si situamos la fecha de su fundación en Aragón en 1173, o 73 años, si situamos su fecha de fundación en Tierra Santa en 1148 durante la II Cruzada, se puso fin a una Orden que tuvo una muy corta vida, pero que, aun así, tuvo un gran esplendor y posesiones en Palestina, Italia, Aragón, Valencia, Castilla, y León. Además, obtuvo importantes triunfos militares, y contó con el apoyo de reyes, sufriendo numerosas luchas internas y acabando por anexionarse a dos Órdenes Militares, a la Orden del temple, y a la Orden de Calatrava.
Como apunte histórico comentar que, tras la desaparición de la Orden del Temple en 1312 por bula del Papa Clemente V (1264-1314), por presión del rey Felipe IV de Francia (1268-1314), llamado «el Hermoso», la mayoría de sus posesiones pasarían a la Orden de San Juan del Hospital de Jerusalén, de Rodas y Malta, más conocida como la Orden de Malta, destacando como maestre dentro de la misma a Juan Fernández de Heredia (1310-1396), quien inició su camino en estos ámbitos, como Comendador de la Orden de Alfambra, heredera de la rama aragonesa de la Orden de Monte Gaudio.
La insignia de la Orden de Monte Gaudio, en un principio fue una cruz patada mitad roja, y mitad blanca partida en vertical, siendo su parte roja la derecha, pero posteriormente se utilizó la misma cruz patada, pero enteramente roja.
La vestimenta de los caballeros de la Orden de Monte Gaudio era una túnica blanca hasta las rodillas.
A modo de resumen, podríamos decir que la Orden de monte Gaudio, se fundó en 1148 en Tierra Santa, en 1172 de refundó en el reino de Aragón, donde se asentó fuertemente, y al recibir el castillo de Alfambra, por un breve tiempo pasaron a llamarse Orden de Alfambra. Al morir su maestre se separaron en dos ramas, quedándose una en Aragón y la otra en Castilla. La del reino de Aragón en 1178, pasó a llamarse Orden de San Redentor, al unirse al Hospital de San Redentor, y acabó por anexionarse con la Orden del Temple en 1196. La rama del reino de Castilla pasó a llamarse Orden de Monfrag, la cual acabó por anexionarse a la Orden de Calatrava.
A día de hoy, en ambos pueblos, Alfambra y Torrejón el Rubio, cerca del Parque Nacional de Monfrag, rememoran, celebran y festejan sus vínculos con la Orden de Monte Gaudio. Así, en Alfambra, todos los Sábados Santos se celebra la fiesta de la subida a la Encomienda y, en Torrejón el Rubio, dos días más tarde, los Lunes de Pascua, tiene lugar la romería de Nuestra Señora de Monte Gaudio, en la capilla del viejo castillo de Monfrag.
Casi al coronar la cima donde se encuentran los restos del Castillo de Monfrag, también llamado de Monfrague, adosada a los muros de la torre del homenaje, se encuentra la ermita de Nuestra Señora de Monte Gaudio, y en su interior se halla la imagen de la virgen de Monte Gaudio, también conocida como la Virgen de Monfrague.