La segunda reunión del Seminario de Grandes Libros y Literatura Universal tuvo lugar en la Sala de Exposiciones del Ateneo de Valencia y el invitado a la sesión fue el profesor Juan Manuel Macías, filólogo, traductor y poeta, que trabaja actualmente en una nueva traducción de la Odisea, el libro que nos ocupa.
La Odisea narra la historia del héroe griego Odiseo, Ulises, el viaje de regreso a su reino de Ítaca donde le esperan su esposa Penélope, rodeada de pretendiente, y su hijo Telémaco. Un trayecto de aproximadamente un mes de navegación que se alarga aproximadamente diez años, los mismos que duró la guerra de Troya.
Leída a la sombra de la Ilíada, donde se narran unos días de la mítica guerra entre aqueos y troyanos, en la Odisea se navega hacia los confines del mar Mediterráneo, hacia lo desconocido del héroe Odiseo, hacia la vida privado del héroe del Caballo de Troya, un hombre astuto, ingenioso, prudente y hábil con la palabra.
El regreso de Ulises, la Odisea, es uno de los libros que ha marcado el carácter de occidente, sobre esta narración se han hecho multitud de adaptaciones y reinterpretaciones en la filosofía, la literatura, la música y el cine, y es considerada como un precedente de la novela y del género de aventuras.
Las dificultades de traducir la Odisea son principalmente su oralidad, la tradición oral en la que se adentra y de la que nace, el particular dialecto homérico, el hexámetro dactílico en que está escrita originalmente. Un trabajo de traducción que sólo es posible a partir del trabajo filológico de Erasmo sobre el que se reconstruye el griego clásico.
Quién fuese Homero y cuando se pusieron por escrito las historias de la guerra de Troya y del regreso de Ulises que leemos en la Ilíada y la Odisea es algo que todavía desconocemos. Lo cierto es que estos textos, adjudicados a Homero, formaron parte de la educación de los griegos y fuente de inspiración para sus poetas trágicos. Y que encontraron en Platón a su lector más crítico. Precisamente fueron los asuntos sobre los encuentros y desencuentros de la filosofía y la poesía, de sus límites, de la poética del traductor, y de las posibilidades del lenguaje los que ocuparon la segunda parte de la sesión.