Dar el pan, así se titula el poema de José Iniesta, de su último poemario Llegar a Casa, que el día 28 de Enero leyó y me dedicó porque sabe que me gusta mucho, luego lo contaré. Fue dentro del Ciclo Poetas en el Ateneo que dirige Vicente Barberá en el Ateneo de Valencia. Era la edición número veintinueve.
Abrió el acto Vicente Bosch, directivo del Ateneo, que habló del nivel tan alto que tienen los poetas que acoge la casa, que por allí están pasando los mejores poetas no solo de Valencia sino también de España y del mundo entero porque poetas internacionales ya han estado en ese mismo ciclo y que el Ateneo seguirá apostando siempre por la buena poesía.
Tras ello tomó la palabra el poeta Vicente Barberá quien, antes de dar paso al presentador del poeta, recordó que el Ciclo Poetas en el Ateneo lleva ya unos cuantos años acogiendo lo mejor de la poesía del panorama actual, que fue en el año 2015 cuando comenzó dicho ciclo que abrió el extraordinario poeta valenciano Ricardo Bellveser presente en la sala.
El ambiente era excepcional, preludio de lo que se viviría allí. El salón se iba llenando de amigos, de poetas que querían vivir esa tarde y de público en general. José Iniesta es una persona muy cordial, muy cercana, y se notaba. Su esposa y su hija estaban allí y durante todo el acto se notó la complicidad con ellas a las que se refirió en muchos momentos de la tarde. Porque en la poética de José están ellas, está su casa, está su familia.
Vicente Barberá dio entrada a la persona que iba a presentar la obra de José Iniesta. Porque lo novedoso siempre del ciclo Poetas en el Ateneo es que no solo se conoce la obra del autor sino también su lado personal, ese que no sale en los libros. Pues bien, el lado intelectual de la tarde iba a cargo de Blas Muñoz, uno de los mejores poetas valencianos. Licenciado en filología Hispánica y profesor de latín. Es autor de varios libros de poesía como Naufragio de Narciso o La mirada de Jano y ganador de numerosos premios que sería demasiado extenso enumerar. Blas analizó su obra. Primero nos habló de la coincidencia personal con el poeta porque ambos estuvieron mucho tiempo sin publicar, y tras ese largo paréntesis ambos volvieron con fuerza al mundo de la poesía.
Blas dijo exactamente lo que pienso yo aunque no hubiera sabido expresarlo tan bien. Dijo que la obra de José Iniesta es una celebración de la vida, es la poesía de la celebración, y recordó que desde Claudio Rodríguez no lo había visto o desde Jorge Guillem que también celebraba la vida desde sus versos. Dijo algo que me gustó especialmente: su poesía está muy lejos de la queja, es más, si aparece la muerte en sus poemas no lo hace como una pérdida sino como una ganancia. Leyó al hilo de eso un poema que Iniesta dedicó a su padre cuando estaba en el lecho de muerte y explicó que incluso en ese momento tan triste aparece la entrega con esa especie de alegría de la que hablaba antes, de la no pérdida, de la ganancia.
Naturalidad y claridad en sus versos, una voz limpia, contemplativa, en versos endecasílabos y de cualquier tipo que fluyen sin retórica pero no exenta de una cuidada elaboración, así calificó su poética. Descubrió quién está detrás de ella: Garcilaso y San Juan de la Cruz, después lo corroboró el poeta. Otros importantes de la poesía como Brines y alguno más que después nos dijo Iniesta han sido sus modelos a seguir. La naturaleza se ve en su poética, es la poesía de la alegría que "nos limpia por dentro" (sic) y nos hace mejores. El amor a la familia sobre todo, amor a la montaña, amor, amor y amor, esa es su poesía, es la poesía de la bondad. La bondad que reconoció Blas Muñoz es lo que a él más le importa de una persona.
Tras esa parte intelectual Vicente fue pasando fotografías del poeta. De niño, de adolescente, con sus padres, con su familia, fotografías de su vida que iba comentando sobre la marcha de forma muy espontánea, con especial cariño siempre hacia sus padres que fueron los que sentaron esa base, que le dejaron esa herencia del cariño entre sus hermanos y él, ese buen rollo, esa falta de envidias, esa unión entre todos. Bueno, eso lo dijo él después, pero me ha venido a la cabeza conforme iba escribiendo.
Tras el pase de fotografías José Iniesta nos contó un poco su vida. Nacido en la huerta de Valencia, no me acuerdo exactamente en qué zona, en uno de los barrios aledaños a la ciudad, criado en una familia humilde, pero de nuevo esa insistencia en el amor que había en su casa, estudió tras el bachillerato filología hispánica, había comenzado, creo, Químicas pero se la dejó porque se dio cuenta de que las letras le gustaban más. Sus primeros versos surgen en la adolescencia que conserva en algunos diarios de aquella época. Con poco más de veinte años publicó sus dos primeros libros de los que no se arrepiente aunque no sabía las reglas de la poesía tan bien como las sabe ahora. Su primera motivación a la hora de escribir, como muchos de los que comienzan: el fracaso en el amor. Además de Garcilaso y San Juan de la Cruz, como decía antes Blas Muñoz, se mira en Pedro Salinas, Cernuda, Claudio Rodríguez, y algún poeta más; nos contó que leyó mucho durante su estancia en la facultad, prácticamente todo el 27 y el 50. Por eso después cuando le preguntó Vicente qué opinaba de los jóvenes poetas les recomendó que leyeran mucho.
Dijo que vive muy satisfecho, que disfruta de la vida y que escribe porque interiormente lo necesita, es su forma de caminar por el mundo.
Para él la poesía es un lugar donde se puede respirar más hondo. Se me quedó grabado, cuánto me gustó.
Se define como una persona sin ambiciones, que se conforma con vivir, no anhela nada en especial, ni tan siquiera premios a los que casi no se presenta porque no siempre son justos y alguna cosa más que casi no me acuerdo. También dijo que es una persona tímida y algo nostálgica.
Tras las palabras del poeta se leyeron algunos poemas suyos por excelentes poetas como Juan Luis Bedins, presidente de CLAVE, Félix Molina, Coordinador del Aula I de poesía del Ateneo, por Amparo Andrés Machí, Pablo Lull, Virgilio Fuero y creo que alguno más pero no me acuerdo muy bien, valga por todos esa lectura tan extraordinaria que hicieron.
Y llegaron las preguntas indiscretas de Vicente. De sus respuestas supimos que a José Iniesta le gusta la paella valenciana, que prefiere la calidad antes que la calidad, que le gustaría pasar desapercibido, que lo que menos le gusta de él mismo es la timidez, que no le gusta de los demás que chillen, que las mujeres le gustan morenas y que le tiene miedo al "coco". Que rato tan entretenido, qué simpático ese momento del acto y qué bien lo pasamos todos.
Y así llegamos a la lectura de poemas del propio autor. Abrió con un vídeo precioso con uno de sus poemas que le hizo una amiga polaca a la que casi no conocía pero que le emocionó tanto que lo quiso compartir con nosotros. Y empezó la lectura con el poema de su último poemario Llegar a Casa, Dar el pan que como dije al principio de estas líneas me dedicó porque sabe cuánto me gusta. Nos explicó que es un poema un poco fuera de su línea, que le surgió un día cenando con su familia. Se dio cuenta de que él hacía lo mismo que su padre: partía el pan a rebanadas sin llegar a cortarlas del todo y luego las daba a sus hijos que estiraban de ellas tal como hacía él cuando se lo daba su padre. En ese momento tomó conciencia de eso aunque pensó que lo estaba haciendo toda la vida pero necesitó escribirlo, no se lo dijo a ellos pero surgió el poema en ese momento con ese punto eucarístico que reconoció alejado de él.
La tarde iba terminando, fue en ese momento cuando dijo que está satisfecho con su vida, que no ambiciona nada, que se conforma con lo que tiene y que tampoco aspira a premios porque muchas veces no son justos y que es raro que participe en alguno de ellos, si presenta alguno es algo muy puntual.
Fue Pascual Casañ quien leyó de una manera especial, intensa, el último poema de la tarde para cerrar el acto.
Pero el colofón lo puso, para mí, el extraordinario poeta del aforismo, Roger Swanzy que dijo: Cada lector es el premio y tú ganas lectores todos los días.
Y creo que es así. José Iniesta transmite algo especial, ese cántico a la vida, ese amor por la naturaleza, por la familia, esa serenidad que transmiten sus versos lo convierten en uno de los mejores poetas a nivel nacional. Y cada lector queda subyugado por esa dulzura indescriptible de sus versos. Y es que como persona no sé le puede pedir más. Vale, algún defecto debe de tener. Pero pocos. Creo.
Texto: Magda Villarroya.
Fotografías: José Luis Vila.