Joaquín Sorolla fue el pintor que hizo de la luz uno de los instrumentos imprescindibles en sus obras, auténticas ventanas abiertas a la vida a orillas del Mediterráneo. Nació en Valencia en 1863, huérfano siendo todavía un bebé de dos años, junto a sus hermana Concha, marchó a casa de sus tíos. A los 13 años se matriculó en la Escuela de Artesanos de Valencia y posteriormente en la Escuela Superior de Bellas Artes de Valencia.
Comenzó su andadura como pintor en concursos y exposiciones provinciales y nacionales. Con 18 años presentó en Madrid tres marinas que pasaron sin pena ni gloria, pero tras estudiar a Velázquez comenzó con su etapa realista y con 21 años, fue premiado ya con la Medalla de Segunda Clase en la Exposición Nacional por su Defensa del parque de artillería de Monteleón y con El crit del Palleter, fue becado por la Diputación de Valencia para viajar y seguir sus estudios en Roma, donde conoció el arte clásico y renacentista. Además, viajó a París junto a un compañero pintor, Pedro Gil, donde entró en contacto con el impresionismo.
Tras su matrimonio con Clotilde (1888), se instalaron en Madrid y en cinco años su nombre creció hasta cotas inimaginables. Con 31 años, en su nuevo viaje a París, desarrolló el "luminismo", quizás muy influenciando por los autores nórdicos. A partir de este momento toda la obra de Sorolla se caracterizó por esto. Pinta ya siempre al aire libre, escenas cotidianas mediterráneas y siempre dominando la luz. Aquí llegan obras míticas como La vuelta de la pesca, La playa de Valencia, Triste herencia o Y aún dicen que el pescado es caro, ganando infinidad de premios internacionales. De Sorolla nos han quedado sus colores: el bermellón, el blanco plomo y el verde de Scheele.
Su popularidad ya era internacional. Expuso sus obras en París, Berlín, Colonia, Londres y en Nueva York, entre otras ciudades americanas. Con sus obras Paseo a orillas del mar, El balandrito, Idilio en el mar y El baño del caballo, se convirtió en uno de los mejores artistas españoles contemporáneos, sino el mejor. Luego llegarían los 14 murales gigantes Visión de España de la Hispanic Society of America en Nueva York.