A la luz del pensamiento de Xavier Zubiri y de las investigaciones de Juan Rof Carballo, el Prof. Alfredo Esteve ha realizado un análisis de la educación estética de la afectividad la cual no tiene que ver únicamente con la belleza artística, sino que muy bien puede ser atendida y aplicada a nuestras vidas en general.
Según Rof Carballo, es necesario un "punto de vista sobre el ser vivo que reduzca la enorme complejidad de datos brindados por la clínica, la fisiología o la biología, sin menoscabo de la totalidad de lo real". Para él, las ideas de Zubiri constituyen "la base teórica más firme y profunda que en el momento presente puede tener la orientación psicosomática de la medicina".
En opinión del profesor Esteve, la idea de Zubiri sobre la estética parte, no es tanto de lo que sea la belleza o el arte, sino del correlato desde el punto de vista filosófico, cuando estamos ante una experiencia estética.
Para el filósofo vasco han existido dos grandes paradigmas en la historia de los sentimientos: el clásico, según el cual se identifican con los apetitos y las pasiones (supeditadas a la inteligencia y a la voluntad) y el moderno, con el que comienza a considerarse temáticamente, aunque con estados subjetivos del yo. Ante esto Zubiri se plantea dos cuestiones: una clarificación conceptual del paradigma clásico y otra cuestión para conocer si los sentimientos son subjetivos o subjetuales, como acción propia del sujeto que no se agota en el propio sujeto ya que está en relación con la realidad.
La realidad se nos hace presente de distintos modos ya que posee tres dimensiones según ante qué facultad se actualice: Inteligencia, Voluntad o Sentimiento.
En principio partimos de la base de que los sentimientos son principios básicos según los cuales estamos atemperados a la realidad.
Por ello se pregunta: ¿Hay un sentimiento estético? La respuesta, según Zubiri, es negativa por varias razones:
- Lo estético es la dimensión de todo sentimiento en tanto que referido a la realidad
- La fruición y el disgusto no son sentimientos más, sino una dimensión de todo sentimiento. Es la dimensión atemperante de la realidad
- Todos los sentimientos tienen una dimensión estética
Para profundizar en esta dimensión estética hay que analizar la opinión de Rof Carballo sobre la dimensión estética como un conjunto de emociones y sentimientos usuales (expresados moderada o inmoderadamente) o trastornos afectivos de diversa índole, aunque también hay una afectividad visceral vegetativa, endocrina que tiene que ver con nuestro tono vital.
Esto viene a coincidir con las dos grandes corrientes que se están trabajando actualmente en la neuroestética. Una de las vías es tratar a los objetos bellos como otros objetos, viendo qué ocurre durante su percepción en nuestras estructuras neurales y otra corriente, la que nace de establecer el vínculo con el sistema de recompensa como guía en el comportamiento de todo ser vivo (placer y dolor) para mantener el tono vital entre unos valores adecuados. También en nosotros, activándose tanto en conductas biológicas básicas como en las superiores.
Ante esto, Rof Carballo entiende la vida como toda conducta dirigida a salvaguardar el tono vital del organismo. Todo organismo es una célula que se multiplica y diferencia, pero manteniéndose la unidad orgánica en todo momento (dependiente del sistema neurovegetativo). Según Rof, la complicación evolutiva del sistema nervioso y del cerebro contribuye a realizar dicha tarea de modo más eficaz.
Parece razonable hablar del vínculo entre lo estético y el sistema de recompensa, pero también con nuestro conocimiento y nuestra conducta. Según Carballo, si la estructura del cerebro es así, lo fundamental en nuestras vidas será la urdimbre afectiva ya que su configuración depende de las primeras experiencias del bebé (e incluso del feto). Los bebés no comprenden otro lenguaje que no sea el afectivo, que se suele dar según procesos no conscientes.
Ante ello, las posibilidades educativas, según este concepto de la afectividad, se amplían ya que, una urdimbre afectiva descuidada trae consiga desequilibrios afectivos y vitales de distinta índole (ansiedad, angustia, somatizaciones….)
Cuando hablamos de inteligencia emocional se debería comenzar investigando o profundizamdo como se dan las relaciones afectivas entre los padres y los hijos que normalmente se dan de manera insconsciente y que nos indicará como va a ser la urdimbre afectiva de cada uno.
La exposición de todas estas ideas por parte del profesor Esteve dio lugar a un animado e interesante debate entre los asistentes a esta sesión de la Escuela de Filosofia del Ateneo.