Existe una creciente demanda mundial de energía, que unido a los problemas tanto de escasez como de impacto ambiental están en la base de una crisis energética que ya vemos, pero que durará las próximas dos o tres décadas. El petróleo es cada vez más caro y escaso, mientras que los efectos climáticos del uso masivo de las fuentes fósiles son ya evidentes. Además, la vida útil del parque nuclear actual está llegando a su fin. Hay que comprobar si en Europa, toda esta potencia nuclear que dejará de estar operativa, se reemplazará con nuevas fuentes de energía o si se hace con nuevos dispositivos nucleares.
En este horizonte temporal no se puede prescindir de ninguna de las fuentes de energía existentes, pero es imprescindible eliminar o amortiguar sus efectos ambientales, sobre todo en una hoja de ruta que se está siguiendo en Europa, en el que las renovables han llegado para quedarse. Es de vital importancia el incorporar estas nuevas fuentes renovables. A largo plazo, la fusión nuclear será parte de un catálogo más sostenible de fuentes energéticas, pero no estará lista en las próximas décadas y no contribuirá a solventar la crisis.
Se observa en el consumo de la energía mundial dos tendencias diferentes. Mientras que en los países subdesarrollados existe cada vez un mayor consumo de energía y que este tiene una correlación directa con su mayor calidad de vida, en los países desarrollados se está llevando una política de el ahorro energético, ya que es la fuente de energía más limpia y abundante.
No es aconsejable prescindir de ninguna de las fuentes de energía disponibles hoy en día, hasta que la tecnología lo permita. A corto plazo urge preparar sustitutos de los derivados del petróleo para el sector del transporte, entre los que no podemos dejar de considerar los biocombustibles de segunda generación.
El reto más importante en estos momentos sea impulsar las energías renovables de forma que lleguen a suponer una fracción significativa del total, situación de la que estamos muy lejos hoy y en la que España ocupa un papel de vanguardia. El viento ha demostrado sus potencialidades como fuente masiva de energía y debe seguir ampliando su presencia en el mercado global. El Sol, más abundante aunque con los problemas de dispersión ya evocados en el texto del artículo, deberá ir ocupando, en algún momento del futuro próximo el papel de energía renovable dominante, realmente masiva, sostenible e ilimitada. Para ello habrán de resolverse los problemas tecnológicos que limitan su difusión y afectan al elevado precio que hoy tiene, y se necesitará un decidido apoyo público. Por razones de gestionabilidad de las energías renovables y también atendiendo al futuro del sector del transporte, las tecnologías de almacenamiento de energía ocupan ya un lugar destacado en los programas de investigación energética, hasta el punto de que no es concebible un esquema sostenible sin un dominio suficiente de este tipo de tecnologías.
Desafortunadamente, la fusión nuclear se incorporará más tarde y no es verosímil que contribuya a aliviar la situación en las próximas décadas. Pero los reactores de fisión existen, han sido probados y han evolucionado hacia diseños cada vez más seguros y con un mejor aprovechamiento del combustible. No creo que sea razonable, en una situación de crisis energética, prescindir de esta fuente de energía, aunque su supervivencia depende en gran medida de la percepción pública. A corto plazo el problema se plantea en términos de prolongación de la vida útil de los reactores existentes y de su reemplazamiento por otros de generación III; sin embargo, el desafío fundamental en este apartado es el avance hacia los reactores rápidos de generación IV que permitirán reciclar los residuos y utilizarán el combustible de forma óptima.
No hay soluciones milagrosas que puedan resolver de un plumazo el problema del aprovisionamiento energético de la humanidad. Necesariamente requerirá abordarlo desde todas las perspectivas posibles y actuar desde el punto de vista tecnológico, pero también político y financiero, en todas y cada una de las fuentes disponibles. Sin olvidar el aspecto educativo y de divulgación, tan necesario en una situación en la que la mayoría de la población da por resuelto el problema energético y por descontada la seguridad en el suministro, pero no acepta las servidumbres que inevitablemente conlleva la producción de energía, tanto de tipo económico como de afectación de territorio.