A principios del siglo XIX, Napoleón Bonaparte intenta someter a Europa. Sus éxitos militares son tantos y tan notables que nada parece detener a sus ejércitos. En 1808 invade España. Pero lo que se presumía una invasión rápida y sencilla se convertirá en un terrible dolor de cabeza para el francés. Bonaparte no contaba con que en España había hombres como José Romeu, el héroe saguntino que fue capaz de hacer Jaque al Emperador.
En octubre de 1808, el emperador francés se puso al frente de un ejército para recuperar el dominio sobre España. Tras tomar Burgos y vencer en Somosierra, hizo una entrada triunfal en Madrid.
Sus ejércitos ganaron casi todas las grandes batallas en España, y ciudades y provincias iban cayendo una tras otra... El dominio francés sobre la antigua monarquía de los Borbones pareció casi asegurado durante un tiempo. Hasta que, en 1812, Napoleón retiró unas pocas tropas para la invasión de Rusia. De inmediato se hizo evidente lo frágil e ilusorio de todo lo conseguido por los franceses tras cuatro años de guerra, pero entonces ya fue demasiado tarde para enmendar el error.