El paisaje como género artístico exige el desarrollo de varias destrezas, como la representación del espacio, la perspectiva, tanto lineal como atmosférica, el conocimiento del dibujo, el color y la composición. Hacia la mitad del siglo XIX, con el Romanticismo, el paisaje cobra su importancia como género pictórico de primera orden. La llegada del impresionismo viene acompañada de la aparición de la fotografía, la luz eléctrica y el desarrollo de pigmentos y óleo. El pintor sale al campo y a la ciudad para realizar sus obras y no busca un resultado realista.
La conferencia de Amando García arranca con el Renacimiento italiano con una pintura de Fra Angélico, la 'Decapitación de los Santos Cosme y Damián', que es una composición circular y finalizó con un gran pintor español Benjamin Palencia con 'El caz. Paisaje de Molina', un caserio de las tierras del interior, un gran cuadro colorista y nada convencional, dentro de ese vanguardismo que se va abriendo tras la Guerra Civil y que está en el Museo Reina Sofía.