Gladiadores, luchas con animales, batallas navales… El anfiteatro Flavio, conocido por todos como el Coliseo, fue el gran eje del entretenimiento público de la antigua Roma. Los gobernantes manejaron a la plebe y la mantuvieron entretenida. Hasta 50.000 espectadores podían participar de los espectáculos y así los emperadores cortejaron al pueblo de Roma, pero también a todo el Imperio Romano porque se construyeron muchos otros anfiteatros a lo largo de los territorios imperiales.
La construcción del Coliseo empezó bajo el emperador Vespasiano, en torno al año 71 d.C., en un espacio que había quedado liberado tras el incendio de un anfiteatro anterior. La inauguración se produjo en el año 80 bajo el reinado de su hijo Tito. Finalmente, el emperador Domiciano culminó las obras en el 82, añadiendo un último piso. De estructura interior radial, estaba organizado en cinco niveles en los que se agrupaba la muchedumbre, con áreas delimitadas según la clase social: cuanto más cerca de la arena, mayor era el rango social al que pertenecían.
El Coliseo sigue dominando la ciudad de Roma 20 siglos después. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, esta gigantesca construcción es una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno desde el año 2007. Con 5 millones de visitantes al año es una obra arquitectónica y de ingeniería perfecta. Fue la obra más grandiosa de la arquitectura romana, y en él se utilizaron las más variadas técnicas de construcción como así nos desgranó la Prof. Dra. Cristina Aldana Nácher.