A las 18 horas del día 4 de diciembre, en la Sala de la Tertulia Taurina del 7º piso del Ateneo Mercantil de Valencia, se reunieron veinticinco tertulianos para hablar de toros con José Luis Villaverde, novillero y banderillero de prestigio.
Nicasio Jiménez abrió el encuentro saludando a los asistentes y recordando las próximas tertulias: el día 11 con Bruno Gimeno, el 18 de diciembre y, tras el paréntesis navideño, la visita de El Soro el 8 de enero en el Salón Sorolla del Ateneo. A continuación, presentó al invitado, veterano y virtuoso de la palabra, nacido con el toro en la mente y en la familia.
Los orígenes taurinos de José Luis Villaverde
Villaverde repasó sus antecedentes: nieto de un banderillero e hijo del torero cómico Don Canuto. De la mano de su padre y sus tíos conoció espectáculos como Toros y claveles, El Empastre, El bombero torero y Galas de arte, donde nació su pasión por los toros, alimentada además por su crianza en Salamanca, tierra de campo charro y cuadrillas recorriendo los pueblos.
Cuando su padre pasa a formar parte de El Empastre, la familia se traslada a Catarroja; años después vuelve a Salamanca gracias a su amistad con Pedro Gutiérrez Moya y Julio Robles, toreando allí algunas novilladas sin caballos.
En el Festival de las Hermanitas de los Pobres de 1976, en Salamanca, toreó el sobrero y cortó dos orejas, “bordó el toreo” según La Gaceta Regional, compartiendo cartel con Dámaso González, Paco Alcalde y Julio Robles. Brindó al empresario José Luis Marca, quien le programó 15 novilladas picadas. En 1977 cortó otra oreja en un cartel con Diego Puerta, Paco Camino y El Viti.
Ángel Luis Bienvenida se hizo cargo de su carrera y toreó cuatro novilladas nocturnas en Vistalegre. Su progresión se frenó al cumplir el servicio militar en Ceuta, 13 meses que marcaron un paréntesis difícil. Tras licenciarse, toreó tres novilladas antes de pasar a banderillero, profesión que ejerció durante 25 años a las órdenes de figuras como Enrique Ponce, Vicente Barrera, Juan Carlos Vera, Manolo Carrión o Ángel de la Rosa. Se retiró en 2003: “cuando no se puede, no se puede, y no hay que dar pena”. Su última corrida fue en Munera con Vicente Barrera; en Valencia, fue en la cuadrilla de Juan Carlos Vera.
Cornadas, triunfos y una vida de entrega
Villaverde relató sin reservas dos graves cornadas: una en los abductores, que rozó la femoral y le dañó la cadera —donde hoy lleva dos prótesis—, y otra en Soria, con una herida en la axila que tardó tres meses en cerrar pese a que siguió toreando.
Ha ganado trofeos de la Diputación de Valencia, de la Semana Taurina de Algemesí y se ha desmonterado en varias ocasiones tanto en Madrid como en Valencia. Explicó que los maestros no suelen molestarse por este gesto si no perciben intención de robar aplausos.
También lamentó la desaparición de los espectáculos de toreo cómico —semillero de toreros como Dámaso González—, que ha perjudicado a muchas ganaderías de segunda fila.
Reflexiones taurinas en una tertulia viva y sincera
La conversación entre Nicasio Jiménez y Villaverde fluyó con naturalidad. Surgieron reflexiones sobre los inicios en el toreo cómico, su estrecha amistad con Manolo Montoliu, su necesidad de arriesgar debido a su estatura y la naturaleza del miedo en el toreo:
Miedo al peso de la responsabilidad, a que la acción no salga bien y al toro en fases concretas de la lidia.
Habló de los encastes duros —Santa Coloma, Albaserrada— que exigen gran mentalización; el toro puede intuirse, pero siempre será imprevisible.
Respondió con amabilidad a numerosas preguntas:
- Ha puesto banderillas negras, recordando un caso en Almería.
- A un toro manso hay que “cogerle el tranquillo”.
- No hay que banderillear deprisa: se trata de templar, dar el pecho, llegar andando al toro y salir con elegancia.
- Explicó cómo El Fandi templa caminando hacia atrás y cómo el temple es la base de todas las suertes.
- Contó anécdotas como la de Sangüesa, donde las banderillas con arpones de aluminio rebotaban.
- Recordó una cena de ganaderos en Ciudad Rodrigo a la que asistió con 16 años.
Lamentó la escasez de locales para tertulias taurinas y afirmó que solo habla de toros con quien sabe y desea entender la tauromaquia. También señaló que se está restando identidad al toro, “que es el 50% de la faena”: no hay que ahogarlo ni asfixiarlo. Cada toro tiene su distancia y ritmo, y no se trata de torear bonito, sino de ahormarlo y enseñarle a embestir.
Destacó la excelencia de Martín Recio, Paco Honrubia, Manolo Montoliu y Eliseo Capilla en la suerte de banderillas. Recordó que una tanda templada exige un esfuerzo enorme. El banderillero —dijo— no es un criado ni un palmero, y no debe radiar la corrida desde el callejón: el protagonismo es del público.
Nombró figuras como Víctor Mendes, cuyo valor consistía en pararse delante del toro, y comentó que el remolino de El Soro es un ejercicio de temple que acaba en la cara del astado. Sobre ganaderías, advirtió que rebajar la bravura es “tirarse piedras al tejado”.
Una tarde que se hizo corta
Tras dos horas intensas, pasadas las 20:00 h, Nicasio Jiménez pidió una fuerte ovación para José Luis Villaverde, que el público ofreció en pie. Se dio por cerrada la tertulia y se convocó la siguiente para el jueves 11 de diciembre a las 18 h, con la presencia de Bruno Gimeno.
Texto: Salvador Chapa Villalba