¿Qué tienen en común Leonardo da Vinci, Napoleón y la diosa Isis? La respuesta se encuentra en el corazón de París, bajo la estructura piramidal del museo más visitado del mundo: el Museo del Louvre. En una conferencia celebrada de forma online, el divulgador y viajero Luis Tobajas propuso un recorrido alternativo por las salas del Louvre, explorando enigmas artísticos, mitos históricos y conspiraciones simbólicas que envuelven al emblemático museo.
La conferencia comenzó con un repaso al significado simbólico de la pirámide de cristal del Louvre, diseñada por Ieoh Ming Pei e inaugurada en 1989. Desmontando bulos como su supuesta composición de 666 bloques de vidrio, Tobajas insistió en que esta estructura —con 673 paneles reales— es mucho más que una entrada moderna: es un guiño deliberado a Egipto, al igual que otras decisiones arquitectónicas y museográficas del museo.
Napoleón Bonaparte, gran impulsor del Louvre moderno, tuvo una estrecha relación con el mundo egipcio. Durante su campaña en Egipto (1798-1801), se obsesionó con el simbolismo de las pirámides y llegó a pasar una noche en la Gran Pirámide de Keops, de la que salió visiblemente afectado y sin explicar jamás qué ocurrió dentro. Esta obsesión se trasladó al escudo de París, a sus decisiones políticas y, por supuesto, al propio Louvre, que se llenó de obras expoliadas y antigüedades egipcias tras su mandato.
Uno de los puntos culminantes fue el análisis de la Gioconda, el retrato más famoso del mundo, cuya historia incluye un robo en 1911 a manos de Vincenzo Peruggia, una misteriosa réplica hallada en el Museo del Prado, y un sinfín de teorías sobre la identidad del retratado. Tobajas comparó ambas versiones —la del Louvre y la de Madrid— señalando que incluso Leonardo da Vinci pudo haber participado en ambas obras simultáneamente, junto a sus discípulos.
La conferencia también abordó otras piezas envueltas en teorías: La Virgen de las Rocas, con sus múltiples versiones y lecturas esotéricas; La Libertad guiando al pueblo, como símbolo revolucionario cargado de códigos visuales; y La Balsa de la Medusa, una denuncia pictórica que mezcla arte, tragedia y política.
Para cerrar, Tobajas recordó que en el arte, como en la historia, “el verdadero misterio no es lo que se oculta, sino lo que se muestra a plena vista”. Una frase que resume a la perfección la esencia del Louvre y la invitación a mirar más allá de lo evidente.