El Ateneo Mercantil de Valencia acogió recientemente la conferencia ¿Existe Dios? La ciencia demuestra que sí, a cargo de José Carlos González-Hurtado, autor del libro Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios. El acto, que se prolongó durante más de una hora, fue organizado conjuntamente con la Asociación Amistad Judeo-Cristiana de Valencia.
Durante su intervención, González-Hurtado abordó el debate entre ciencia y religión desde un enfoque multidisciplinar —histórico, cultural, sociológico y divulgativo— con el objetivo de desmontar el mito de la incompatibilidad entre ambas. A través de su estilo cercano y dinámico, argumentó que una lectura honesta del conocimiento científico actual lleva inevitablemente a la existencia de una superinteligencia creadora.
Uno de los ejes centrales fue el dato de que más del 95% de los premios Nobel en disciplinas científicas de los últimos 100 años se declaran creyentes o teístas, lo que desafía la extendida creencia de que la ciencia está reñida con la fe. "Ser ateo es de letras", bromeó el conferenciante, citando que el 35% de los premios Nobel de Literatura sí se declaran ateos o agnósticos.
González-Hurtado explicó que la teoría del Big Bang, lejos de contradecir la existencia de Dios, la refuerza, al demostrar que el universo tuvo un principio y, por tanto, requiere una causa externa: una entidad no material, no espacial y no temporal.
El ponente también alertó sobre la crisis de fe entre los más jóvenes: el 82% de los millennials abandona la religión al creer que ciencia y Dios son incompatibles. A ello, el autor contrapuso una batería de argumentos científicos que respaldan la existencia de un creador: desde la física cuántica hasta la cosmología moderna.
“No es necesario tener fe para concluir que hay un creador”, afirmó. “Basta con pensar, querer y observar”. En esta línea, defendió que la ciencia actual, lejos de alejar del pensamiento religioso, invita a contemplar una dimensión trascendente de la realidad.
El evento concluyó con una invitación clara: recuperar el diálogo entre razón y espiritualidad, y apostar por una visión del mundo que integre lo mejor del pensamiento científico con las grandes preguntas existenciales.