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La Ruta de la Seda: el hilo invisible que unió tres continentes durante siglos.

14 de febrero de 2025

La profesora e historiadora Eva Tobalina Oraá, doctora y docente en Historia Antigua y Medieval en la UNIR, ofreció en el Ateneo Mercantil de Valencia una conferencia apasionante sobre la Ruta de la Seda, desvelando sus claves históricas, culturales y comerciales en un viaje entre Oriente y Occidente que abarcó más de mil años.

Lejos de lo que sugiere su nombre moderno —acuñado en el siglo XIX—, la Ruta de la Seda no era una única ruta ni tuvo ese nombre en la Antigüedad. Era un conjunto complejo de caminos terrestres y marítimos que conectaban China con Asia Central, Persia, Mesopotamia, el Mediterráneo, África oriental y el sudeste asiático, sirviendo no sólo al comercio de bienes como la seda, la porcelana o las especias, sino también como vía de intercambio de religiones, ideas y arte.

Tobalina desmontó mitos y reveló que la seda no fue la única mercancía clave de estos caminos, aunque sí una de las más emblemáticas. Los chinos mantuvieron durante siglos el monopolio de su producción, igual que hicieron con la porcelana. Ambos productos transformaron la demanda en Occidente, donde incluso se intentó sin éxito reproducir sus técnicas durante generaciones.

Uno de los elementos más fascinantes de la conferencia fue el análisis de los entornos extremos que atravesaban las caravanas: desiertos implacables como el Taklamakán o el Gobi, cordilleras imposibles como el Himalaya o el nudo del Pamir, y valles estratégicos como el de Ferganá, codiciado aún hoy por su fertilidad. Estas condiciones geográficas influyeron en la configuración de la ruta y en la vida de quienes la recorrían.

Chang’an (actual Xi’an), punto de partida oriental, se convirtió en un verdadero crisol cultural gracias a estas conexiones. Allí convivieron confucianos, budistas, taoístas, zoroastrianos e incluso cristianos nestorianos, que llegaron siglos antes que los misioneros europeos, todos llegados gracias a los caminos de la seda.

Además, la profesora subrayó cómo estos caminos no sólo facilitaron la compraventa de bienes, sino también la transformación estética y cultural a través de la imitación, la adaptación y la transferencia de estilos artísticos y simbólicos.

La conferencia, de más de una hora de duración, transportó al público a través de más de 8.000 kilómetros de historia, dejando clara una idea: la Ruta de la Seda fue uno de los primeros grandes ejemplos de globalización y de intercambio humano a escala intercontinental.

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