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Genocidios: intención, memoria y responsabilidad

23 de septiembre de 2025

El pasado 23 de septiembre de 2025, el Teatro del Ateneo Mercantil de Valencia acogió una conferencia a dos voces para pensar un término tan presente como delicado: genocidio. El historiador Txema Gil Sánchez y el filósofo José Miguel Martínez Castelló abordaron, desde la historia y la ética, el uso preciso del concepto, su marco legal y los dilemas morales que lo rodean. La sesión combinó rigor académico con una invitación a la reflexión crítica y la memoria.


Txema Gil recordó la definición de Rafael Lemkin y la Convención de la ONU de 1948, subrayando la palabra clave: intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso. Además de los daños físicos, la Convención reconoce daños morales y prácticas como impedir nacimientos o el traslado forzoso de menores. Se diferenciaron términos cercanos —crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad, masacre, limpieza étnica, etnocidio— para evitar usos confusos en el debate público.


La conferencia repasó el objetivo de prevenir, perseguir y castigar el genocidio a través de la Corte Penal Internacional, y señaló un déficit estructural: hay potencias que no reconocen su jurisdicción, lo que dificulta la rendición de cuentas. Se destacó la brecha entre las declaraciones y la acción efectiva durante los conflictos, con una autocrítica al papel de la comunidad internacional.


Desde la filosofía, José Miguel Martínez Castelló planteó que la libertad humana nos hace capaces de lo mejor y lo peor. Recordó la “banalidad del mal” (Arendt) y advirtió cómo la tecnología y la era digital pueden desensibilizar: mirar horrores en pantalla no es lo mismo que padecerlos. El llamamiento: fortalecer humanidades y educación para formar criterio, combatir la moral selectiva y sostener una memoria activa.


El repaso histórico incluyó episodios anteriores y contemporáneos: desde Cartago y persecuciones religiosas medievales hasta el colonialismo (congo de Leopoldo II, pueblos indígenas en América, Australia y EE. UU.). Del siglo XX se destacaron Armenia, el Holodomor en Ucrania, la masacre de Nankín, Camboya bajo los jemeres rojos, Srebrenica y Ruanda. Más allá de cifras, se insistió en que cada víctima es una persona con nombre y sueños truncados.


Los ponentes identificaron patrones que se repiten: inacción internacional, impunidad, simplificación del mal en un “hombre loco” para diluir responsabilidades, manipulación de jóvenes cuando faltan educación y cultura, y la persecución temprana de docentes e intelectuales por parte de los verdugos. La respuesta propuesta pasa por educación humanista, pensamiento crítico, defensa firme de los derechos humanos y una ciudadanía que no mire hacia otro lado.


“Nos da igual la etiqueta si se vulneran los derechos humanos: ahí debemos estar, denunciando, pensando y recordando.”

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