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El 'Titanic español' que el olvido no logró hundir.

8 de noviembre de 2024

Pablo Villarrubia Mauso, doctor en Ciencias de la Información y reconocido periodista e investigador, ofreció en el Ateneo Mercantil de Valencia una impactante conferencia titulada "1916. El naufragio del 'Príncipe de Asturias', el Titanic Español", en la que rescató del olvido uno de los episodios más trágicos y enigmáticos de la historia marítima española.


La tragedia ocurrió la madrugada del 5 de marzo de 1916, cuando el trasatlántico español 'Príncipe de Asturias', de 140 metros de eslora y propiedad de la naviera Pinillos, se hundió en apenas cinco minutos frente a la isla brasileña de Ilhabela. Oficialmente se habla de 447 muertos y 147 supervivientes, pero las investigaciones de Villarrubia y del historiador brasileño José Carlos Silvares apuntan a una cifra real que podría superar los 1.000 fallecidos, debido a la presencia de numerosos polizones, en su mayoría jóvenes italianos que huían del reclutamiento para la Primera Guerra Mundial.


El investigador planteó varias hipótesis sobre las causas del naufragio, entre ellas el fallo del faro de Ponta do Boi, la espesa niebla, y la posible existencia de una roca sumergida no identificada que rajó el casco de la nave. La explosión de la sala de máquinas precipitó el hundimiento, y muchos de los cuerpos llegaron mutilados o fueron devorados por tiburones. Algunos cadáveres incluso fueron quemados en hogueras en la playa para evitar epidemias.


Más allá del desastre humano, Villarrubia reveló teorías sobre un supuesto cargamento secreto a bordo: once toneladas de oro, posiblemente con destino a la revolución zapatista en México o como pago británico por alimentos argentinos durante la guerra. Este oro podría haber sido sustraído por un misterioso barco fantasma que acompañó al 'Príncipe de Asturias' horas antes del hundimiento.


El ponente también relató historias personales, como la de Marina Vidal Castro, una joven gallega que logró sobrevivir gracias a su destreza como nadadora, y la de Teresa Marín, una pasajera valenciana posiblemente fallecida en el desastre. Asimismo, mencionó la presencia de judíos sefardíes, misteriosas maldiciones, y un conjunto de estatuas malditas que viajaban en el barco y cuyo destino era un monumento en Buenos Aires.


Villarrubia, autor del libro 1916. El Titanic español, calificó esta tragedia como "la mayor catástrofe de la marina mercante española", y lamentó que aún hoy siga siendo una historia prácticamente desconocida en España. Su intervención, cargada de rigor, pasión y misterio, despertó un profundo interés entre los asistentes, que descubrieron una página olvidada de nuestra historia.



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