Luis Castaño Sánchez nos propuso tres “viajes” enlazados para entender cómo hemos medido el mundo: un recorrido hacia atrás desde el siglo XXI hasta la prehistoria, una inmersión en Egipto con la Gran Pirámide como caso de estudio y, por último, una historia en orden cronológico que nos devuelve al presente.
El punto de partida es nuestro tiempo, dominado por la tecnología —internet, satélites, ordenadores y móviles— que hizo posible esta investigación y la marcó con tres ideas de Steve Jobs: conectar los puntos mirando hacia atrás, encontrar lo que uno ama y seguir la intuición.
El método nace de una biografía cruzada entre la afición por la arquitectura y la formación filológica: del juego con planos caseros (el “sistema 15”) se pasa al estudio del documento completo del “Hombre de Vitrubio” de Leonardo.
Al analizar texto y gráfico, surgen equivalencias precisas entre unidades antiguas y métricas modernas: un modelo humano de 1,80 m (24 palmas = 100 dedos), con el “dedo” de 1,8 cm como clave fina del sistema. La hipótesis se contrasta midiendo el propio folio de Leonardo expuesto en 2013 en Venecia, cuya escala inferior se verifica en 18 cm (10 dedos).
El segundo viaje nos lleva a Egipto para comprobar el sistema en reglas y patrones conservados (como el patrón de Nippur o las reglas egipcias) y aplicarlo a la Gran Pirámide. Con fuentes clásicas que hablan del pletro (100 pies reales; el pie real = 16 dedos), el lado de base resulta ser 8 pletros ≈ 230,40 m. La altura se deduce integrando textos, símbolos y trazados: el zodíaco de Dendera, el mito de Geb–Shu–Nut y el emblema 21 de Maier sugieren una construcción geométrica que fija la elevación en 8145 dedos ≈ 146,61 m, cerrando un plano y un alzado coherentes con el sistema antropométrico que usaron sus constructores.
Mientras que en el tercer viaje, la historia se ordena: desde la prehistoria (cuerpo y proporciones del Homo sapiens) a Sumer (tablillas con codo, palma, dedo y grano), Egipto (modelo de 1,80 m), Fenicia/Gadir (anchos en palmas), Grecia (el Partenón y el pletro) y Roma (Vitrubio y las obras públicas), el Mediterráneo comparte un tronco común de medida basada en el cuerpo. Con la caída del Imperio, ese tronco se fragmenta en múltiples “varas” locales medievales, origen de la famosa “pesadilla” metrológica por las conversiones incompatibles.
La salida moderna fue romper la babel de medidas creando el sistema métrico decimal —hoy Sistema Internacional— ya no anclado en el cuerpo sino en magnitudes físicas definidas con precisión creciente. Con satélites y redes, medimos desde la Tierra hasta el cosmos. Esta charla cierra el círculo: del cuerpo humano como patrón a la medida del universo, pasando por 14 años de investigación que se amplían en el libro Este no es el Hombre de Vitrubio y en artículos académicos disponibles para quien quiera profundizar en longitud, superficie y peso.