Desde niña, su sueño estaba dividido entre dos pasiones aparentemente opuestas: la música y la ciencia. Le dijeron que debía elegir entre tocar el piano o buscar vida en Marte, pero no hizo caso. Hoy, aquella niña es una científica y pianista valenciana que ha convertido ambos sueños en realidad. Su trayectoria, nacida en la Universidad Politécnica de Valencia, la ha llevado a los rincones más remotos del planeta en busca de respuestas sobre la existencia de vida más allá de la Tierra.
Tras formarse en Suecia, Alemania y Londres, su carrera dio un giro decisivo cuando se trasladó a Hong Kong para realizar su doctorado en astrobiología. Allí comenzó a investigar entornos terrestres que simulan las condiciones marcianas, como la Cuenca de Chaidam, en el Tíbet, uno de los lugares más extremos del mundo. En este desierto de alta montaña, sin vida ni vegetación, ha encontrado microorganismos capaces de sobrevivir con apenas agua o bajo intensas radiaciones, claves para comprender cómo podría existir vida en Marte.
Su conocimiento la llevó a colaborar con la NASA en 2018, dentro del equipo que seleccionó el lugar de aterrizaje del rover Perseverance de la misión Mars 2020. Desde el Jet Propulsion Laboratory en Pasadena, aplicó lo aprendido en sus expediciones para identificar cráteres marcianos con signos de antiguos lagos y minerales hidratados, posibles huellas de vida pasada. Aunque su propuesta final no fue elegida, su trabajo la situó entre los científicos más destacados en exploración planetaria.
Además de sus investigaciones en Asia, Australia, Islandia y España, ha estudiado el origen de la vida en la Tierra, analizando bacterias en lagos sin oxígeno y organismos termófilos en entornos volcánicos. En Islandia dirigió una expedición internacional para examinar tubos de lava —refugios naturales frente a la radiación—, análogos perfectos de los posibles hábitats subterráneos marcianos. Incluso participó en un entrenamiento como astronauta análoga en una isla secreta de Escocia, donde experimentó la dureza física y psicológica de una misión espacial real.
Pero esta científica valenciana no ha dejado atrás la música. En sus conciertos fusiona piano e imágenes del planeta rojo, ofreciendo una experiencia única donde la ciencia y el arte se unen. Su historia demuestra que los límites solo existen cuando se aceptan: con talento, esfuerzo y pasión, se puede tocar el piano… y buscar vida en Marte.