Benjamin Constant y la libertad política es el título de la cuarta sesión del II Seminario de Ideas Políticas. Esta vez, la reunión tuvo lugar en el Ateneo de Valencia y el ponente fue el Prof. Dr. Guillermo Gómez-Ferrer, vicedecano de Multimedia y Artes Digitales (MAD) de la Facultad de Filosofía de la UCV.
Como viene siendo habitual en la dinámica de estas sesiones, toma primero la palabra la figura de un relator: encargado de plantear el tema, presentar al ponente y facilitar el debate posterior. Tomó pues la palabra el Prof. Dr. Antonio Lastra, codirector del seminario y director de la Escuela de Filosofía del Ateneo.
La recuperación en la actualidad de la figura de Benjamin Constant se la debemos en gran medida a dos buenos lectores que Constant ha tenido. Uno de ellos es Marcel Gauchet, responsable de recopilar y editar, de entre la dispersión de los escritos de Constant, la primera gran antología de sus escritos políticos que permitió devolver a Constant para el debate político contemporáneo. El otro gran responsable es Tzevetan Todorov y su libro Benjamint Constant: la pasión democrática de 1997.
Benjamin Constant (1767-1830) vive la Revolución Francesa, la transformación de la revolución después del terror en imperio (reapareciendo así la vieja idea de imperio que hemos analizado en las dos primeras sesiones de este seminario), el fenómeno de la restauración y la sucesión de repúblicas francesas que conforman la configuración actual del Estado en aspectos como el laicismo o la educación pública secundaria. Es importante también atender a la relación de Constant con el romanticismo para entender su faceta novelística. En el Adolph, por ejemplo, se enfrenta constantemente a la voluntad revolucionaria de instaurar un ateísmo político. Contrario a una restauración católica, puede leerse una muestra de su pensamiento respecto a los asuntos religiosos en la cita de Adolph que hay en el guión.
Otros dos interlocutores contemporáneos suyos que nos permitirían conformar una amplia visión del mundo en el que se desarrolla Benjamint Constant son: Stendahl y Heine. La mirada que tiene Stendhal sobre el fenómeno revolucionario y sobre Napoleón y la ambición por el poder en Vida de Napoleón (1818). Y Heinrich Heine, que en su larga discusión con Marx nos muestra el panorama político de la época. Por una parte la configuración de la derecha europea, de la que no participa Constant -a menos que pueda llegar a acuerdos para que pueda llegar a existir un espíritu liberal- y por otra, el sansimonismo, que terminará por llamarse socialismo, y con ello la conformación de toda la izquierda política europea.
El fenómeno napoleónico, que incluye la idea de un imperio, traviesa toda la vida de Constant. Aunque profundamente antinapoleónico colaboró durante los Cien días en una revisión de la constitución por encargo del propio Napoleón en un ejemplo de escritura constitucional y de reforma de la constitución sin que mute su espíritu liberal.
La pulsión del pensamiento de Constant reside en la libertad de los individuos y en cómo garantizar que esa libertad de los individuos sea compatible con una configuración de la comunidad política nacida de la Revolución francesa. La Revolución Francesa había provocado que, pese a la reacción -y uno de los primeros escritos de Constant precisamente se titula De las reacciones políticas- cierta idea de comunidad no pueda repetirse. Por eso la comunidad que nace de la revolución pasa por el respeto a la diversidad individual.
Pero es con el Espíritu clásico con el que Constant se mide constantemente. ¿Qué tiene que ver la libertad individual con la filosofía?
La idea del Prof. Antonio Lastra es que allí donde Constant habla de los individuos está hablando de lo que eran los filósofos antiguos. Cuando en los Principios de la política dice explícitamente Constant que la única clase que entre los antiguos había defendido la libertad de consciencia, lo que hoy llamaríamos la libertad de los modernos, eran los filósofos, estaría reconociendo a Sócrates como el primer moderno.
Pero los filósofos no estarían en condiciones de configurar una comunidad. No comparten con el burgués del siglo XIX la vinculación con una idea económica de progreso económico.
El ponente, el Prof. Dr. Guillermo Gómez-Ferrer, hizo una lectura contemporánea del texto de Benjamin Constant Acerca de la libertad de los antiguos comparada con la de los modernos, un discurso que pronunció en el Ateneo de París en 1819.
Una libertad, la libertad de los antiguos, asociada a una comunidad, y otra liberta, la de los modernos, basada en los derechos individuales y que precisa de una organización política capaz de asimilar la libertad tal y como se vive, ya nos advierten de que la libertad es un concepto cambiante. La libertad no solo se ha vivido de una forma, y si ha habido una libertad de los antiguos y una libertad de los modernos: ¿existe la libertad de los posmodernos?
La respuesta del Prof. Dr. Guillermo Gómez Ferrer es que sí y que los cambios en la forma de entender la libertad, tan relacionados con la llamada posverdad, están causando una insatisfacción en los sistemas democráticos liberales actuales. Un ejemplo de ello es la situación política española. El motivo es la sentimentalización del concepto de libertad y sería deseable volver a la forma de entender la libertad de Constant.
El interesante debate con el que finalizó la sesión permitió desarrollar algunos puntos solo apuntados, profundizar en otros, y comprobar las extensiones y consecuencias de los planteamientos expuestos.