En la Antigua Grecia, los oráculos eran una fuente esencial de sabiduría religiosa y un medio para conocer el futuro y actuar adecuadamente en base a ese conocimiento. El Oráculo de Delfos, situado en Grecia central, era el santuario más importante y un símbolo cultural para todos los griegos. Delfos era comparable a La Meca en términos de peregrinación obligatoria y era conocido por sus festivales religiosos, artísticos y deportivos. La sacerdotisa Pitia, en trance, emitía vaticinios que representaban la esencia de la identidad panhelénica. La adivinación en Grecia estaba vinculada a la manía o locura sagrada, inducida por los dioses para permitir la comunicación entre lo divino y lo humano.
El papel de los oráculos en la cultura griega era preeminente, dado que la religión griega carecía de dogmas y libros sagrados. Los oráculos, como Delfos y Dodona, eran considerados la autoridad religiosa más alta, consultados para resolver problemas que excedían el conocimiento humano, como guerras o la fundación de ciudades. La voz de los dioses, expresada a través de los oráculos, formaba parte de la vida cotidiana y se codificaba en rituales precisos que incluían sacrificios y purificación. La adivinación también tenía un componente técnico, con métodos que incluían la observación de señales naturales y el análisis de prodigios.
El éxito de los oráculos griegos se mantuvo durante más de un milenio, desde los primeros testimonios literarios hasta su erradicación por los emperadores cristianos en el siglo IV d.C. Los oráculos respondían a preguntas sobre el porvenir a través de intermediarios humanos y estaban profundamente integrados en la cultura y religión griegas. Mitos y leyendas sobre dioses como Apolo y Zeus explicaban el origen de estos oráculos, y santuarios como Delos y Didima se convirtieron en importantes centros religiosos y económicos. Los oráculos, aunque a veces sus respuestas eran ambiguas y su fiabilidad histórica cuestionada, jugaron un papel crucial en la orientación de la vida política, social y personal en la Grecia antigua.
Alejandro Magno visitó el Oráculo de Siwa en 331 a.C., donde fue recibido como hijo de Amón, un título ya otorgado a los faraones y que le convenía políticamente. Este reconocimiento le sirvió para consolidar su divinidad entre sus súbditos orientales. Durante el periodo tolemaico y romano, el oráculo siguió operando, aunque su influencia religiosa disminuyó gradualmente, convirtiéndose más en un centro turístico. Como el Oasis de Siwa, que se convirtió en un destino turístico significativo. Los romanos construyeron nuevas estructuras en este oasis por razones militares para prevenir invasiones y saqueos, además de mejorar las rutas de acceso. Con el surgimiento del cristianismo y posteriormente del islam, el Oráculo de Siwa perdió importancia religiosa gradualmente. Aun así, la transición fue lenta debido a la inercia en cuestiones religiosas y la lejanía de los poderes políticos. Eventualmente, el templo fue abandonado y cayó en ruinas, pero el oasis siguió habitado, conservando muchas de sus tradiciones únicas.
El Oráculo de Delfos fue otro sitio de gran relevancia, conocido desde la antigüedad por la serpiente Pitón que vigilaba el lugar, según la mitología. Apolo mató a esta serpiente y tomó posesión del oráculo, simbolizando la llegada de los pueblos griegos y el sincretismo religioso que se dio con los dioses locales. En Delfos, la Pitia o Pitonisa, era la encargada de interpretar las respuestas divinas. Las ceremonias y consultas se realizaban con rituales específicos, como la purificación y sacrificios, y la Pitia entraba en trance posiblemente inducido por gases emanados de fallas tectónicas debajo del templo.
A lo largo de los siglos, Delfos jugó un papel crucial en la geopolítica y la religión de Grecia. A pesar de su decadencia en la época romana y los saqueos sufridos, el santuario siguió siendo un punto de interés hasta su cierre oficial en el 390 por Teodosio el Grande. Las excavaciones arqueológicas han permitido una reconstrucción detallada del recinto, que hoy en día se puede visitar. Los oráculos antiguos, aunque ya no funcionan, siguen siendo una curiosidad y una forma de comprender la antigua conexión con las divinidades y las decisiones políticas y sociales de aquella época.