Se está cerrando el siglo XIX, que en el terreno del arte había supuesto una enorme dinámica evolutiva de estilos que se suceden cronológicamente cada vez con mayor celeridad y que culminará en el siglo XX con una atomización de estilos y corrientes que conviven y se contraponen, se influyen y se enfrentan.
Nada tiene que ver la primera mitad del siglo XIX con el neoclasicismo con el modernismo y sus constantes movimientos que llega en la última etapa del siglo. La pintura universal vive una gran revolución. Se dejan atrás etapas como el Romanticismo y el Realismo que llega a mediados de siglo y en Gran Bretaña los prerrafaelitas.
En este último tercio de siglo las pinturas impresionistas lo llenan todo, un gran movimiento en Europa que supuso una ruptura con el arte académico y una transformación del lenguaje artístico, iniciando el camino hacia los movimientos de vanguardia. Y que se inspiraban en la naturaleza, de la que pretendían captar una "impresión" visual, la plasmación de un instante en el lienzo, con una técnica de pincelada suelta y tonos claros y luminosos. Aunque también hay ejemplos de obras impresionistas que captan momentos dentro de la ciudad.
Dentro del Impresionismo también encontramos obras neoimpresionistas, con la técnica del puntillismo y postimpresionistas. Artistas que reinterpretan de manera personal en neoimpresionismo y que abren las vías de desarrollo para la evolución del arte en el siglo XX. Son los Henri de Toulouse-Lautrec, Paul Gauguin, Paul Cézanne, Vincent Van Gogh, Joaquín Sorolla, etc.
Mientras que en esta etapa también encontramos el Simbolismo, que crece paralelamente con el Impresionismo. Es una corriente de corte fantástico y onírico, que surgió como reacción al naturalismo de la corriente realista e impresionista, poniendo especial énfasis en el mundo de los sueños, así como en aspectos satánicos y terroríficos, el sexo y la perversión. Aquí destacan Gustave Moreau, Odilon Redon, Pierre Puvis de Chavannes y Gustav Klimt. A principios del siglo XX la obra de Edvard Munch, el grito, influye al expresionismo: las imágenes se distorsionan para expresar sentimientos subjetivos. Entramos en pleno siglo XX.