La paradoja es quizá la máxima expresión representativa de los asuntos genuinamente humanos. Uno de sus momentos fundacionales, y a la vez cumbre, es el momento en que Sócrates dice a los atenienses que lo que merece por su labor en la ciudad es un sueldo que se cobraría en el pritaneo y está claro desde el principio que la ciudad, aun teniendo razón, lo matará. La escritura filosófica se hace cargo de esa paradoja en la medida en que influye para educar o expresa para crear independencia. A lo que asistimos cuando nos relacionamos con una obra como "Las ensoñaciones del paseante solitario" que se toma en serio cuáles son los términos en los que es mejor que el ser humano asuma y proteja el mito de su soledad, entre otras cosas, por el bien de la ciudad más justa, es quizá a eso mismo.
Ponente: José Félix Baselga
Lectura principal: Las ensoñaciones del paseante solitario, ed. M. Armiño, Alianza, Madrid, 2008
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