El martes 18 de octubre, a las 19 horas y en el Salón Sorolla del Ateneo Mercantil de Valencia como en ocasiones anteriores, se inició, tras el descanso estival, el curso 2016-17 del Proyecto "Poetas en el Ateneo", dedicado esta vez a uno de nuestros más reconocidos poetas valencianos, Carlos Marzal.
Unas breves palabras del directivo del Ateneo D. Vicente Bosch sirvieron para dar la bienvenida a los asistentes, subrayar la satisfacción de la entidad por la celebración de estos actos y agradecer al mismo tiempo la tarea de quienes llevan adelante este proyecto y la presencia del poeta invitado.
Intervino luego Vicente Barberá refiriéndose en primer lugar a la singularidad de estas sesiones que por su planteamiento difieren de lo que sucede en otras de contenido similar. A continuación introdujo la figura de Carlos Marzal remitiéndose al díptico entregado a los asistentes en el que se recogen apuntes sobre su concepción de la poesía, sus afinidades, un breve currículum y su bibliografía. Se destacó su relevancia dentro de la llamada 'poesía de la experiencia', concepto discutible según apuntó después el propio autor, para quien toda obra poética nace de ella. Destacó además Vicente Barberá los títulos más relevantes de la obra poética de Marzal (incluyendo sus incursiones en la narrativa y en los aforismos) con los que ha conseguido premios como el Nacional de Poesía y el Nacional de la Crítica por "Metales pesados" o el Premio Loewe de Poesía por "Fuera de mí" entre otros de alcance nacional. Añadió a todo esto su obra como traductor y su continuada labor como articulista y columnista en la prensa diaria.
Antes de iniciar la habitual proyección de fotografías que singulariza estas sesiones, Carlos Marzal tomó la palabra para agradecer su presencia y recordar su intensa relación en el pasado con el Ateneo y su intervención en actos realizados en este mismo Salón Sorolla, como la presentación de "Extramuros", novela de Fernández Santos, la celebración de un ciclo sobre "Literatura, Cine y Toros" o la conferencia del diestro Antonio Ordóñez que por deseo del torero tuvo que ser trasladada del gran Salón de Actos a este recinto, de menor cabida, para que la sensación fuera de éxito por el abarrotamiento de los asistentes.
Ante la primera fotografía (de su hijo, aún pequeño, jugando al fútbol) destacó no su carácter familiar sino su propia afición por este deporte, compartida con su afición a los toros, y se refirió a una obra en proceso de escritura desde su doble condición de padre y de aficionado, y a la extrañeza que le supone comprobar la ausencia de poemas dedicados al fútbol (con alguna excepción lejana: Alberti, por ejemplo) en comparación con la extensa y excelente tradición poética dedicada a los toros. Tal vez, añadió, porque en aquél no se da el juego trágico de la vida y de la muerte que sucede en el ruedo.
Con este tipo de reflexiones y otras fueron sucediéndose las proyecciones de las fotografías siguientes: con Vicente Gallego y la amistad y complicidad poética compartida desde jóvenes; con Caballero Bonald y su filiación con la generación de los '50; con el poeta vasco Kirmen Uribe y con Paco Ibáñez, quien despertó en él, al escuchar sus discos, la pasión por la poesía; con Antonio Cabrera, compañero de claustro en el mismo Instituto de Enseñanza Media, a quien descubrió como poeta al leer el borrador de su primer libro inédito, con el que obtuvo luego Cabrera el Premio Loewe (a su próxima presencia en este ciclo de Poetas en el Ateneo se refieren ambos, Marzal y Barberá, a continuación); con Andrés Neuman, Yolanda Castaño, Elena Medel, Luis García Jambrina, de nuevo Kirmen Uribe... en una foto colectiva de un congreso de poetas convocado en Asturias por Víctor García de la Concha (se refiere entonces Marzal a su gusto por la asistencia a este tipo de contactos enriquecedores, como lo atestiguan, luego, de forma intermitente, otras fotografías); con Francisco Brines, Vicente Gallego, Manolo Borrás, editor de Pre-Textos, en un curso de verano en FInestrat; de nuevo con Brines y el editor de Renacimiento Abelardo Linares; otra más en compañía de Brines en su casa de Elca (Oliva), símbolo de la mediterraneidad de su poesía; en un congreso sobre José María Álvarez, con Brines de nuevo más Juana Castro, Luis Antonio de Villena, o María Kodama, viuda de Borges (reivindicada por Marzal frente a los antikodamistas por su entrega a la memoria de su esposo).
Finalizaron las imágenes con la proyección de una doble página de su cuaderno de trabajo llena de aforismos manuscritos: sin desdeñar la utilidad del ordenador y de internet, la escritura manual, para él, se le revela como necesaria en este tipo de reflexiones, como si hubiera una conexión natural entre el cerebro y la mano para generar estos breves pensamientos. De hecho, dice Marzal, su pensamiento fluye con frecuencia aforísticamente.
Se pasó a continuación a una serie alterna de preguntas, hechas por Vicente Barberá, y de lecturas de poemas del autor por algunos de los asistentes, respondiendo Marzal, para empezar, sobre la medida de su propio reconocimiento en algún texto antiguo, al afirmarse en la permanencia de maestros y de temas en su obra. Tras la lectura por Blas Muñoz (compañero de tertulia de Barberá en "El Limonero de Homero") del poema "El origen del mundo", respondió Carlos Marzal sobre la significación de la palabra "egotismo", una de las razones aducidas por él para escribir poesía, que nada tiene que ver con el "sentimiento exagerado de la propia personalidad" recogido en el diccionario, sino con el hecho de que la poesía debe ser la expresión del 'yo' en el mundo, un 'yo' que hable de sus miedos y de sus anhelos. Se proyectó a continuación un vídeo realizado por Virgilio Fuero, miembro del Aula de Poesía 1 de este Ateneo, en el que él mismo da lectura al poema "El corazón perplejo" con imágenes y música alusivas al contenido del poema. También respondió a cuestiones relacionadas con el concepto de la 'forma' en poesía o el papel de la crítica en el futuro de la poesía antes y después de la lectura de su poema "Ubi sunt", hecha por Román Royo, miembro también del Aula de Poesía 1 del Ateneo Mercantil. Por último, Amparo Pérez leyó "Flores para vosotros", cerrándose esta parte del acto con la última pregunta y la respuesta de Marzal sobre el marbete de 'poeta de la experiencia', añadiendo a lo ya dicho sobre la obviedad de la expresión que no la ha rechazado porque no conviene ir contra las etiquetas por ser estas inevitables y porque hacerlo podría ser peor.
Carlos Marzal elogió las lecturas realizadas por la naturalidad con que se habían hecho, manifestando su rechazo al énfasis innecesario con que suelen recitarse los poemas. A continuación escogió como lectura personal el poema titulado "Ágape": Con determinación aventurera, / con certidumbre de su maravilla, / con exceso de fe, / con el exceso que la fe merece, / tracemos un buen plan. // Con abundancia de nuestro corazón. / Seamos pródigos. […]
Vicente Barberá abrió el coloquio final con los asistentes que, a pesar de la premura por la falta de tiempo, aún dio lugar a que Carlos Marzal respondiera a varias cuestiones y expresara su opinión sobre el premio Nobel concedido a Bob Dylan; sobre la dificultad de entender mucha de la poesía actual, especialmente la que expresa el fluir de la conciencia; sobre la conveniencia de una preparación en el lector; sobre sus proyectos actuales (artículos, aforismos, novela, ensayo sobre el fútbol, ya citado...); o sobre su preferencia por dejar reposar un texto y corregirlo más que por la de "tirarlo a la papelera".
Como es costumbre, alguien del público, en este caso Aurora Mateo, se ofreció voluntariamente a leer el breve poema que aparece en el díptico editado para la ocasión: "Consolación de la literatura".
El acto se cerró con la fotografía colectiva de los asistentes que quisieron posar junto al autor invitado y los miembros de la mesa, hecha por José Luis Vila, quien viene colaborando activamente para dejar constancia gráfica de estas sesiones.
Blas Muñoz
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Galería de Imágenes:
Reportaje Fotográfico: José Luis Vila