El día jueves, 26 de mayo, a las 19 horas, como es habitual, tuvo lugar en la sala Sorolla del Ateneo Mercantil de Valencia una nueva lectura homenaje a un poeta valenciano, Guillermo Carnero.
Introdujo el acto Vicente Bosch con unas palabras de bienvenida a los asistentes y de gratitud tanto al poeta invitado como al público fiel y a los organizadores del proyecto Poetas en el Ateneo.
Del entusiasmo de Guillermo dice mucho su iniciación del evento, evocando un pasaje de Las Florecillas de San Francisco, cuando éste al ir a predicar a Rímini se encontró con escasos asistentes en la plaza y San Antonio de Padua, que le acompañaba, le animó a trasladarse al puerto y allí predicar a la multitud de peces: queridos peces…, empezó el poeta.
Aquí también acabaron acudiendo los oyentes y Vicente Barberá presentó al autor, destacando su extensa obra: 12 libros de poesía, 12 de investigación y 14 de crítica literaria. Tras enumerar su extensa obra, destacó su labor docente en la Universidad de Alicante y en otras, tanto de España como en el extranjero. Su obra poética ha sido reconocida con numerosos galardones entre los que destaca los premios nacionales de la crítica (2000) y de literatura (2000) y otros muchos, algunos de la Comunidad Valenciana.
Para conocer su peripecia vital, se proyectan algunas fotos del poeta con otros autores: Azúa, Gimferrer, Rosa Regás, Ana María Moix; todos ellos con motivo de su inclusión, en 1970, en la famosa antología de Castellet, Nueve novísimos… Presentó también fotos con Blecua, con el poeta cordobés del grupo Cántico Pablo García Baena, grupo sobre el que escribe su tesina; con Gil Albert y César Simón, con Jesús Aguirre, Octavio Paz y Torrente Ballester; con Bousoño, y otra vez, ya en el 2000, con Gimferrer, Moix, y J.L. Panero. Como testimonio de su vinculación con Italia, nos muestra fotos en Roma como motivo de lo que él piensa que es su mejor libro, Cuatro noches romanas; y en la Bienal de Venecia en la que participa —raro privilegio— como poeta “veneciano” por Una máscara veneciana. Por último nos mostró fotos con Brines en su ingreso en la RAE, con Luis Alberto de Cuenca, etc. El poeta las ha ido comentado con gracia y humor al tiempo que va trazando una extensa panorámica de buena parte de la poesía viva de la segunda mitad del siglo.
También se proyectó una ilustración videográfica del poema “Melusina”, montada y recitada por Virgilio Fuero.
En cuanto a la lectura de poemas del autor por parte de los asistentes, rompe el fuego el miembro del Limonero de Homero, Joaquín Riñón, con el poema “Busto truncado de un desconocido”, le siguen, la poeta y periodista peruana Elga Reátegui con el poema “Judith de Lucas Cranach el viejo” y Conxa Gausí, del Aula de poesía I, con el poema “Catedral de Ávila”.
El propio poeta nos ofreció la lectura de una cuidada selección de sus poemas, que no quiso explicar pero si enmarcar en su ámbito, dando las claves culturales que incorpora cada poema. Comenzó con el regalo de un poema inédito “La alfombra”, y siguió con uno de sus poemas preferidos, “Noche de los vencejos”, al que siguieron “Sweetie, why do snails come creeping out” y “Campos de Francia” del libro Verano inglés. Recitó también el poema “Embarque para Citerea” como ejemplo de máscara cultural y de que es necesario tener referentes culturales para disfrutar de algunos poemas. Se reprocha a la poesía de calidad o trascendente, su tristeza, pero el poeta quiso ilustrarnos de que también la felicidad puede expresarse dentro de estos parámetros; para demostrarlo nos leyó un poema feliz: “Cuántos lunares”.
Entre poema y poema, Vicente Barberá fue interrogando a nuestro poeta sobre aspectos de su obra y del panorama poético y cultural de nuestra época. ¿Qué significó el hecho de ser incluido en la antología de Castellet, Nueve novísimos…? Figurar en esa especie de manifiesto de una poesía innovadora supuso cierta notoriedad juvenil pero también cierto riesgo, el de no poder continuar en el nivel requerido por aquella formulación de la nueva poesía. Aquello significó un cierto relevo, en el que se superaba el viejo intimismo y los intentos casi siempre fallidos de una poesía social. Pero, ojo, para innovar es necesario conocer muy bien la tradición. Y en esto Carnero es un ejemplo clásico. Aunque nuestro poeta reconoce que 46 años después los manifiestos y los grupos se desdibujan y cada poeta busca su propio sendero.
A la pregunta de qué significa la poesía en la vida de nuestro poeta, Carnero nos da tres razones (experiencias y satisfacciones) conmovedoras: 1) Una mujer confiesa que debe su feliz matrimonio a un poema de amor que su marido copió de un libro del poeta e hizo pasar por suyo. La poesía sirve para algo ¿no? 2) la experiencia en Greenwich que le sirvió para escribir el magnífico poema “Sweetie, por qué salen los caracoles” del libro Verano inglés. 3) el hecho de que un poema suyo haya sido musicado como un bolero y de que dos de sus poemas hayan sido llevados al ballet.
Un interesante coloquio sobre los novísimos, el culturalismo y la poesía en general dio remate a esta tarde plena de enseñanzas e interesantes referencias de uno de nuestros más grandes poetas en español.
Con esta VI sesión se clausura el curso 15-16 de Poetas en el Ateneo que abrirá un nuevo periodo en octubre.