Ante los diálogos platónicos nuestra condición se vuelve, en el caso de que establezcamos con ellos la comunicación central que posibilitan, genuinamente humana, lo que es quizá el principio y sobre todo el final de la filosofía. Somos conscientes de que el origen nos es desconocido, pero la tarea que hemos hecho propia, quizá porque es la expresión máxima de conocernos a nosotros mismos, o de llegar al límite de poder reconciliarnos verdaderamente con nosotros mismos, es la tarea filosófica, o la tarea de tratar de buscar, con ayuda del dios, lo que las cosas verdaderamente son.