D. Ramón Cuevas nos presentó un relato breve pero riguroso, sobre la historia de cómo los humanos fuimos adquiriendo conocimientos sobre el aire de la biosfera en la que todos vivimos inmersos durante un tiempo.
La primera vez que los humanos percibimos el aire, inmediatamente debió llamarnos la atención, pues aunque el aire sea invisible a nuestros ojos, sí que podemos percibir su presencia con nuestros otros sentidos.
Los humanos, somos unos seres más aéreos que terrestres, pues aunque podemos vivir durante un tiempo sin estar en contacto con el suelo, siempre necesitamos estar inmersos en un aire que no detenga sus flujos, entrando y saliendo del interior de nuestros cuerpos. Por esta razón, los médicos hipocráticos pensaron que el aire, era un medio de sustento muy especial, pues tanto el agua, como cualquier tipo de comida, solo podemos ingerirlos discontinuamente y en cantidades limitadas. Pero el tiempo que podemos estar sin respirar, es muchísimo menor que el tiempo que podemos soportar sin beber o comer.
El aire, además de ser necesario para nuestra supervivencia, también desempeña un importante papel sobre nuestra salud, pudiendo influir en ella de un modo positivo o negativo según sean su calidad, cantidad, y la frecuencia de sus renovaciones.