Juan Pablo Gavilanes volvió a demostrar por qué es el máximo referente pianístico latinoamericano de su generación. El Salón de Actos del Ateneo Mercantil de Valencia, registró dos buenas entradas en la jornada matinal y vespertina del domingo 16 de mayo para escuchar a este portento del piano. Juan Pablo destacó por esa finura que le caracteriza para hacer obras capitales de la literatura para teclado y música de cámara poco interpretados en público en su totalidad. Un pianista de clase mundial, Gavilanes volvió a demostrar esas profundidad que le caracteriza en sus interpretaciones alejadas de toda superficialidad técnica. Emanaba espiritualidad en el ambiente, gracias a un refinado tratamiento del sonido y de la estructura formal de las obras pianísticas, apoyados en su particular visión del tempo, las pausas y el silencio.
El recital de piano a cargo del artista ecuatoriano arrancó con 'Songs Without Words', una serie de piezas cortas de piano lírico del compositor romántico Felix Mendelssohn, en el que se puede apreciar el estilo de Bach, pero dentro de una textura y armonía romántica con una melodía flexible, cantabile y, sobre todo, muy expresiva.
Luego trajo los Preludios de Debussy, que sugieren y evocan, como sombras de una imagen difuminada en planos sonoros e inmersas en una atmósfera que elude cualquier atisbo descriptivo, puesto que Debussy navega naturalmente por los mares del Simbolismo: es el misterio, enemigo de lo objetivo; y son estos Preludios, el vínculo de correlación expresiva entre el mundo de la sensibilidad y el de la espiritualidad.
En la segunda parte del concierto arrancó con Skriabin con quien llegó la tradición del romanticismo pianístico, compositor que tiene de modelos a Chopin y a Liszt; de Chopin toma el gusto por las sutilezas armónicas, mientras que de Liszt toma el énfasis y la expresión rotunda. Y por último, llegó el turno del compositor polaco Fryderyk Chopin, con sus nocturnos. El primero fue el nº55, en fa menor, dedicado a la señorita Jane Stirling.