Desde su descubrimiento a principios del siglo XX, Machu Picchu posee enigmas que permanecen desde entonces. Los enigmas que despierta la ciudadela inca cautivan a visitantes y arqueólogos de todo el mundo. Desde el propósito de su construcción hasta su funcionalidad. Muy próxima a Cusco, algunos arqueólogos destacan que fue una ciudadad donde se escapaban la nobleza, otro que fue una zona destinada al cultivo.
Las investigaciones también han destacado que quizás el propósito de su construcción fuera el de las tradiciones espirituales y ceremoniales. Otra teoría es que el Machu Picchu fue el lugar desde el que los incas administraban todo su imperio.
Hay muchas preguntas que encierra esta misteriosa ciudadela: su construcción a más de 2.400 metros sobre el nivel del mar, entre los Andes y la Cuenca Amazónica. Una construcción sin el uso de la rueda, que hace casi imposible su construcción con los enormes bloques de piedra que se usaron. Piedras que encajan con total perfección, algo esencial para una zona donde hay terremotos.
La 'montaña vieja' fue descubierta hasta en varias ocasiones, aunque fue la última en la que quedó constancia. En el año 1902 fue encontrada por Melchor Arteaga, pero fue la de 1911, cuando el arqueólogo estadounidense Hiram Bingham la puso a los ojos del mundo. Pero, previamente a Artega y Bingham, los agricultores locales sabían dónde estaba, al igual que entre los misioneros y exploradores también se conocía.
Machu Picchu fue un lugar sagrado para los incas, en el interior se localizan varios templos destinados para rendir culto a sus momias importantes y a sus dioses más representativos de su cultura, estos eran elementos de la tierra y algunos animales andinos como el cóndor, el puma y la serpiente.
Aunque los incas tenían respeto por cada elemento de la naturaleza sin importar su tamaño, veneraban más a uno en específico Wiracocha el creador del mundo. Según los incas este había mandado a su hijo el sol para proteger al pueblo de la oscuridad brindándoles energía y luz. Por este motivo veneraban al sol sobre muchos otros dioses, ya que lo consideraban progenitor de los Ayllus Reales y fuerza fundamental del inca. Como prueba de ello los líderes del imperio tenían entre su vestimenta el símbolo del sol.