Tertulia impartida D. José Luis Climent en la que explicó la importancia que tiene el Corán, el libro sagrado para los musulmanes. El Corán es su primer libro de lectura, su única salmodia litúrgica, su manual de oración, su código de derecho canónico, su libro de meditación, el libro que ha formado su mentalidad.
Con la tertulia, el público del Sorolla conseguió adentrarse y comprender más, como está la actualidad después de 14 siglos anquilosados en la doctrina que ordenó el Profeta Mahoma, una doctrina que fue pionera en las libertades de las mujeres en su época, pero que al ser una doctrina que es basa en la “Norma”, lo ordenado por el Profeta, se tiene que seguir leyendo igual que cuando fue escrito, por lo que en esta época ya se ha quedado en muchos casos absoleta.
La tertulia fue seguida con gran atención por parte de todos los asistentes, después de un largo debate salió más que satisfecha con lo que allí se trató y se aprendió. Posteriormente como viene siendo costumbre en las tertulias se envió un resumen de la misma a todos los asistentes que lo solicitaron, facilitada por el propio ponente.
El Corán es el libro donde se recogen las disposiciones que Dios le transmitió a su Profeta y que éste anunció a los musulmanes, esa recopilación se produjo algunos años más tarde de la muerte de Mahoma, en un principio los mensajes sagrados solo tuvieron el soporte oral, y no es extraño que así fuera ya que aquél era un país de analfabetos en el que había una fuerte tradición de poetas y declamadores.
Al beduino le gustaba escuchar, en un mundo de silencios y soledades, donde la lectura era una actividad casi desconocida, no es extraño encontrar al viejo beduino contando relatos fantásticos donde aparecen saitanes y demonios del desierto, y también son familiares las imágenes de los poetas que, en las treguas que imponen ferias y peregrinaciones, alardean de las hazañas de su tribu, exaltan los méritos y la grandeza de alguno de sus jeques o lanzan pullas a otros grupos con los que antes o después llegarán a cruzar sus armas.
Se trataba de una actividad tan habitual y tan apreciada que existían concursos de poetas (muallakat) en donde se rendían honores a los vencedores, era una cultura arraigada en la que unos tenían algo que decir y la mayoría estaba dispuesta a escuchar con atención.