El conjunto catedralicio de Salamanca ofrece al visitante el singular tesoro de nueve siglos de historia y arte religioso, que puede ser contemplado en línea de perfecta continuidad. La Catedral constituye una parte fundamental de la ciudad de Salamanca, Patrimonio de la Humanidad, sin la cual es imposible comprenderla.
La Catedral Vieja, dedicada a Santa María de la Sede, es de estilo románico de transición y en ella destaca sobremanera su cimborrio: la denominada Torre del Gallo. Dentro de este templo, que empezó a construirse en la primera mitad del siglo XII, se encuentra la capilla de San Martín o del Aceite. Felizmente conserva a día de hoy en su lugar originario el portentoso retablo de la capilla mayor, que data de la década de 1440, merced a la mano de los hermanos Delli.
La portada principal: Aunque ha perdido parte de su originario valor artístico tras una gran reforma sufrida en el siglo XVII por estar muy deteriorados sus elementos, en su interior conserva dos estatuas que jalonan el acceso, representando la escena de la Anunciación.
La Planta de la iglesia: Mide 52 metros de larga, 9,20 m. de ancha y 16,70 m. de alta; y las naves laterales 50 x 5,50 x 11,20 metros respectivamente. A ellas corresponden, en lógica proporción, los tres ábsides de la Capilla Mayor y capillas laterales.
La Nave central: Muestra un instante de transición al gótico, al estar cubierta con arcos apuntados y bóvedas de crucería, recibidas sobre soportes preparados para sostener en un primer momento una bóveda de cañón apuntado con arcos fajones, lo que obligó a la final introducción de otros elementos, como los mensulones en los que descansan los nervios, para acomodar adecuadamente la nueva solución. Los capiteles y repisas se hallan decoradas con figuras de personajes bíblicos, animales, decoración vegetal y mascarones. Las estatuas-nervio ubicadas sobre los mensulones de la bóveda son ejemplos singulares que destacan en el interior de la iglesia vieja.
Hay que destacar dos naves más: la del Evangelio que se halla recortada en su anchura por la construcción del muro de la Catedral Nueva y la de la Epístola, donde en su muro aún se pueden rastrear los restos de la Capilla del Cristo de las Batallas.
El Cimborrio o Torre del Gallo: Pertenece al conocido grupo de cúpulas del Duero, con influencias del Poitou francés. Se apoya en un tambor con dieciséis columnas, aligerado por 32 ventanas, al tiempo que 16 nervios enlazan en su clave central. Por el exterior no es posible intuir la media naranja interna al estar dotado el modelo por un sistema de doble cúpula: hemiesférica al interior y de tipo conoidal al exterior. Aparece cubierta toda de escamas y está coronada por la veleta del gallo, de la que toma nombre.
La Capilla Mayor: En ella se contempla el maravilloso retablo de los hermanos Delli, en el que se narran visualmente algunos de los principales episodios de la Historia de la Salvación, desde el nacimiento de la Virgen hasta su coronación, cubierto todo por el Juicio final. Se trata de un mueble incomparable en toda Europa por sus dimensiones y calidad que con fortuna ocupa el mismo lugar para el que fue concebido en origen.
Capilla de San Martín: El templo conserva un formidable conjunto de pintura mural gótica de primer orden en Europa. En la Capilla de San Martín, o del aceite, donde se hallan varios sepulcros de obispos, conservándose únicamente el epitafio del fundador de la capilla, el obispo Pedro Pérez y el magnífico sepulcro del obispo Rodrigo Díaz.
Cabe destacar el conjunto de claustro, capillas y antiguas salas capitulares fue sede de acontecimientos muy notables. En él nacieron los primeros estudios, germen de lo que más tarde será la famosa Universidad de Salamanca, una de las primeras de Europa con Bolonia, Paris y Oxford, y la decana de la Corona Española. Destacamos la Capilla de Santa Bárbara, la de Santa Catalina, de San Bartolomé, las Salas Capitulares y los enterramientos del Claustro. Además, por último, destacmos las torres de la Catedral y la torre de las Campanas.