- «Química es todo, nosotros somos química, y no existe la agricultura natural»
- «Hay que comer menos sal, grasas, azúcar y bollería industrial y más fibra, frutas y verduras»
José Miguel Mulet Salort nació en Dénia en 1973. Licenciado en Química y doctor en Bioquímica y biología molecular, es profesor de Biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia y dirige en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas una línea de investigación que trata de desarrollar plantas tolerantes a la sequía o al frío, es decir, transgénicas. Paralelamente desarrolla una intensa actividad de divulgación científica. Les ha puesto la proa a quienes se empeñan en ensalzar las supuestas virtudes de una alimentación pretendidamente natural y ecológica, venden productos 'milagro' y atacan a lo que presentan como 'química' rechazable. Ha escrito dos libros de éxito: 'Los productos naturales ¡vaya timo!' y 'Comer sin miedo', que ya va por la quinta edición en España y la primera en México. Promete nuevos títulos, en su línea de explicar por qué debemos olvidar tantos mitos, falacias y mentiras ligadas a la alimentación con que nos atosigan. Este será precisamente el tema de la conferencia que pronunciará el próximo miércoles, 2 de abril, en el Aula LAS PROVINCIAS. Será a las ocho de la tarde en el Ateneo de Valencia.
-¿A usted le va ir contra corriente?
-No, lo único que hago es anteponer la ciencia a cualquier mentira que se empeña en negar el conocimiento científico.
-Pero usted zarandea las conciencias bienpensantes cuando ya dábamos por aceptado que un alimento ecológico es más sano.
-Es que no es verdad.
-¿No es más natural?
-Natural sería ir desnudos, a pie y comiendo lo que buenamente recogiéramos por ahí. Lo que no sea eso es artificial. O sea todo.
-¿La agricultura ecológica no es más conveniente y aporta alimentos más ricos y sabrosos?
-Eso es lo que dice la propaganda interesada, pero es un mito engañoso. La agricultura no puede ser natural. Toda agricultura. Si te pones a labrar y a sembrar un campo ya estás alterando el medio natural. Quitas malas hierbas, por supuesto, y plantas lo que te interesa, porque has de comer. Comer es lo primero. Por eso nació la agricultura. Y aún no ha parado de evolucionar, porque la población mundial crece y tenemos el reto de que todos puedan comer lo suficiente todos los días. Y en cuanto a que si lo ecológico es más rico y sabroso, eso entra dentro de los modernos conceptos engañabobos, como las dietas milagro y otras falacias que nos rodean.
-Entonces, ¿por qué hay tanta insistencia sobre las 'bondades' de la agricultura ecológica?
-Es un problema del primer mundo. A las sociedades que nadan en la abundancia les da por ahí. En cambio, en los países en desarrollo nadie se plantea nada por el estilo, porque lo importante es comer. Cómo van a ponerse exquisitos sobre si esto es ecológico o no, o bajo en calorías o si tiene más o menos antioxidantes, si lo normal es pasar hambre. Lo que importa es que tenga más calorías, porque allí escasean.
-Las políticas europeas también apoyan lo ecológico.
-Un error. Si desaparecieran las subvenciones se acabaría la agricultura ecológica, porque no es rentable por sí misma y no podría nunca alimentar a la humanidad. Mientras tanto, la UE mantiene una política agrícola claramente equivocada, porque descuida la garantía alimentaria del continente, asegurar el autoabastecimiento. Ya importamos casi un tercio de lo que comemos, y eso es peligroso, porque dejamos lo esencial en manos ajenas mientras permitimos que se desarticule la estructura productiva propia. Estados Unidos sí que apoya lo suyo.
-¿No es cierto que la agricultura convencional o industrializada utiliza productos químicos?
-Otro mito que propagan. Química es todo. Nosotros somos química, funcionamos por reacciones químicas. No hay que tener miedo a lo que somos: moléculas y átomos, como lo que comemos. Pero de un tiempo para acá, el concepto de química tiene mala prensa, es impopular, y se dan situaciones chocantes, porque además todos usamos productos químicos, a la vez que se demoniza a la química como si fuera algo ajeno. Y además hay que tener claro que la agricultura ecológica también utiliza lo que llaman productos químicos y algunos que usaba se han prohibido.
-También se culpa a los conservantes y aditivos.
-Los conservantes y aditivos que en ocasiones presentan como tóxicos o cancerígenos, normalmente no son más que lo que se utilizó siempre, sólo que ahora llevan unos códigos numerados, pero no son sustancias extrañas. Y gracias a los conservantes evitamos enfermedades como la salmonelosis o el botulismo y no para de crecer nuestra esperanza de vida.
-¿Podemos estar seguros con lo que comemos cualquier día?
-Más seguros que nunca. Los controles son muy fuertes y la capacidad de detección de cualquier patógeno o sustancia tóxica es casi absoluta. Por eso apenas se presentan casos realmente preocupantes, y las alertas alimentarias que aparecen en ocasiones son más alarmas incrementadas por la divulgación y el desconocimiento popular que por su incidencia real. ¿Cuántos murieron por las vacas locas, o por la gripe aviar? En proporción se registran más alertas por problemas en productos ecológicos. Por ejemplo, lo del E-coli en Alemania. No eran los pepinos, sino unos brotes ecológicos, y no se completó su trazabilidad. Eso ocurre a veces con lo ecológico, pero no se divulga. No interesa, no es políticamente correcto.
-Usted acuñó con fortuna el término de que hay más tecnología en un tomate que en un iPhone.
-Es que es así. Los tomates que comemos hoy no tienen nada que ver con los de hace siglos, que eran tóxicos, por cierto, y amarillos. Ni el trigo, ni las berenjenas, que antes tenían pinchos, ni nada de lo que comemos. Todo es fruto de cruces, hibridaciones sucesivas y una labor continuada de selección, por el color, el tamaño, el sabor, el periodo de maduración, la productividad... Lo que sea. Y así seguimos. Por eso digo que hay más tecnología acumulada en un tomate que en un aparato electrónico. Este se fabrica en un periquete, el otro es el resultado de muchos siglos.
-Y ahora los transgénicos, que aquí nos dan miedo
-Miedo infundado, en este caso, porque lo único que hacemos los biotecnólogos es conseguir en el laboratorio lo que sucede desde siempre en la naturaleza: introducir genes que cambian y mejoran alguna característica.
-¿Y eso no puede ser peligroso?
-En absoluto. Todo lo que hay en la naturaleza es transgénico.
-¿Europa acabará aceptándolo?
-No habrá más remedio, está cantado, y hemos de estar preparados. En la UE ya están autorizadas tres variedades de maíz transgénico y una de patata.
-¿Conoce alguna dieta adelgazante que le parezca recomendable?
-Esas dietas suelen ser peligrosas. Más aún si se presentan como milagrosas. Acaban generando problemas peores que el que pretendían arreglar. La mejor dieta, salvo casos de enfermedad, es la del equilibrio: comer de todo y nunca mucho de algo. Y seis recomendaciones básicas: menos sal, menos grasa, poco azúcar, nada de bollería industrial, más frutas y verduras frescas y más fibra, por ejemplo con pan integral.