En junio de 1963, la URSS ponía en órbita a la primera mujer cosmonauta. El camino no fue fácil para Tereshkova y sus compañeras, pero, para las mujeres de los Estados Unidos, se convertiría en una misión imposible hasta veinte años más tarde. Desde entonces, el número de exploradoras espaciales todavía está lejos de igualar al de sus compañeros masculinos.
La doctora en Ciencias Físicas, Amelia Ortiz, nos trajo en la conferencia las esperanzas y los anhelos de las pioneras que, con perseverancia y tozudez, se negaron a aceptar que el orden social establecido las dejara fuera de la exploración espacial, tal como John Glenn declaró en 1962 ante la comisión de investigación del Congreso de los Estados Unidos que estudiaba la posible discriminación de la NASA contra las mujeres del Mercury 13.
Desde Tereshkova hasta las astronautas actualmente en activo, como la italiana Samantha Cristoforetti, el camino al espacio para las mujeres ha estado plagado de problemas, encuentros afortunados y divertidas anécdotas, que convierten su historia en amena.