Diego Velázquez fue un pintor español del Barroco. Considerado uno de los más importantes de la pintura universal. Hijo de padre portugués y madre sevillana. Pronto se interesó por la pintura. Con tan solo 11 años, ingresó en el taller del pintor sevillano Francisco Pacheco, uno de los más prestigiosos de su tiempo. Con él se comprometió a estar durante seis años.
Durante el tiempo que estuvo como aprendiz en el taller de Pacheco, se formó en todos los ámbitos. En 1617 se convirtió en pintor independiente de acuerdo con la norma del gremio de pintores. Establecido ya como pintor autónomo. Durante los siguientes cinco años, su actividad en la capital andaluza no cesó. Sus pinturas iban desde la iconografía religiosa hasta escenas costumbristas. Ejemplo de ello son Adoración de los Reyes y Vieja friendo huevos, ambas con características que marcan las obras del Velázquez del primer periodo: personajes con mucha luz en un primer plano y un fondo muy oscuro a contraste.
Pintor de Corte
Con la llegada al trono de Felipe IV en 1621, la corte comenzó a estar formada por andaluces en casi su totalidad. Esto lo propició su valido, el conde-duque de Olivares. Pronto llegó a oídos de Pacheco y alentó a su yerno para que se trasladara a la capital a probar fortuna. En 1622, Diego Velázquez marchó hacia Madrid con la esperanza de mostrar su valía pintando a los monarcas. Finalmente, no tuvo esa suerte y se conformó con pintar un retrato al escritor Luis de Góngora. Pronto se convirtió en un éxito y le valió para ser reconocido en la capital.
En 1623, el conde-duque de Olivares le solicitó en Madrid para retratar al rey. Quedaron tan encantados con el trabajo del artista que fue nombrado pintor del monarca. Con este cargo, Velázquez trasladó su residencia a la capital. Esto despertó envidias en buena parte de los colegas del artista en Sevilla, pues creían que "solo sabía pintar cabezas". El trabajo del pintor en la Corte no solo consistía en pintar retratos. Escenas de todo tipo le eran encargadas: bélicas, religiosas y mitológicas. La expulsión de los moriscos y El triunfo de Baco destacaron en esta época.
Italia
La primera de sus salidas a Italia fue en junio de 1629, fue un viaje de estudios. Estuvo en Italia por un periodo de dos años. Visitó multitud de palacios y se empapó de la cultura y arte del país. Su segunda salida tuvo lugar en 1649 para comprar cuadros de pintores de renombre para decorar el Alcázar. Regresó a Madrid en 1651.
Regreso a España
En su vuelta a Madrid, siguió produciendo los encargos reales. A esta década pertenecen los retratos del pequeño heredero, el Príncipe Baltasar Carlos, y la Rendición de Breda o Las lanzas. Destacan en este periodo la cantidad de pinturas de personajes pertenecientes a la Corte, como bufones o enanos.
En 1643, Diego Velázquez se convirtió en Ayuda de Cámara, tras la caída del conde-duque de Olivares. Entre las funciones que se le confiaron estaban la de contador de las obras de Palacio. Se reincorporó a su trabajo como decorador del Alcázar. Al año siguiente fue nombrado Aposentador mayor de Palacio por el Rey. Con este cargo, la actividad pictórica de Velázquez se vio notablemente reducida.
Fallecimiento
Velázquez ya era un pintor más que consagrado, pero aún le quedaba por realizar la que sería su obra maestra: Las Meninas o La familia de Felipe IV (1656). Quizá este sea el cuadro del pintor sevillano más célebre de todos los que realizó. Aparentemente una escena palaciega normal, que para muchos esconde un gran misterio.
De estos últimos años también es Las hilanderas o La fábula de Aracne (1657). Igualmente conocida, esta escena a caballo entra la mitología y el costumbrismo terminó por encumbrar a Velázquez como pintor por excelencia del Barroco español. Tras una rápida enfermedad, Diego Velázquez murió en Madrid en 6 de agosto de 1660. Del artista sevillano hoy nos queda un inmenso legado: sus pinturas.
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