La Comunitat Valenciana atesora una gran cantidad de obras maestras de arte en sus museos. D. Amando García hizo una breve relación de las mejores obras de arte valenciano, de gran riqueza y valores. Una secuencia por orden rigurosamente cronológico, una panorámica por las mejores muestras artísticas y de gran calidad.
Arrancó la conferencia con un retablo pintado sobre madera a finales del s. XIV, una de las pinturas más antiguas que hay en la Comunitat. Lorenzo Zaragoza pintó esta huella extraordinaria de una gran calidad pictórica. El Gótico perduró en el tiempo, éste es un retablo perteneciente al gótico italiano, y está en Villahermosa del Río en la provincia de Castellón. El retablo de la Eucaristía. Una representación de la Última Cena.
Prosiguió con otro retablo, el Retablo de los Sacramentos, y se centró en la tabla central que corresponde a una crucifixión. Primera obra pictórica del gótico internacional, una obra muy importante en la pintura valenciana que es de Gerardo Estarnina procedente de la zona de Florencia.
El Retablo de San Jorge de unas dimensiones tremendas de 5 x 7 metros que se encuentra en el Victoria and Albert Museum de Londres, el pintor 'valenciano' Marzal de Sax, ya que vino a Valencia y trabajó en la ciudad durante un tiempo. Él era de Sajonia pero aterrizó en Valencia y dejó esta joya. Representa la batalla del Puig que tuvo lugar cerca de donde hoy está el Monasterio del Puig, que antecedió a la conquista y toma de la ciudad de Valencia por parte de las tropas cristianas.
Gonzalo Peris dejó una buena producción pictórica, pero D. Amando trajo una tabla de 20 x 30 centímetros que es bifaz, que está pintada por los dos lados. Por un lado encontramos una de las imágenes más cuidadas de la pintura universal, la Anunciación de la Virgen. Gonzalo Peris fue el heredero de la primera generación del gótico internacional en Valencia, conserva su marco original dorado, con moldura en forma de soga, que debió completarse con un pie, a modo de ostensorio.
A continuación nos trajo una nueva 'Anunciación' de Jacomart, del gótico internacional y que asumió en fecha temprana las novedades flamencas. Consta de dos grandes tablas a modo de puertas en las que se representan, sobre fondo dorado, al arcángel San Gabriel y a la Virgen Anunciada, unificando la composición el pavimento de baldosas que configura un espacio único.
El continuador del trabajo de Jacomart, fue su discípulo, Joan Reixach, en siglo XV, el Siglo de Oro, pintó La dormición de la Virgen, en donde el espectador contempla uno de los relatos iconográficos más enraizados en el creyente cristiano latino y ortodoxo, cuyo dogma es muy reciente. Es el tránsito porque se describe el momento en que el alma sale del cuerpo de la Virgen y es recibida por su hijo.
La siguiente obra es de Rodrigo de Osona, que junto a su hijo son dos figuras claves la transición entre el Gótico y el Renacimiento. Jesús ante Pilatos. un cuadro del Siglo XV que se encuentra en el Museo de Bellas Artes-Colegio San Pio V de Valencia.
D. Amando también destacó algunas de las pinturas del presbiterio de la Catedral de Valencia. Los ángeles músicos de Paolo de San Leocadio. Los frescos de los ángeles músicos son pinturas de la segunda mitad del siglo XV realizadas en la primera bóveda gótica de la Catedral y fueron hallados el 22 de junio de 2004 durante las obras de restauración del altar mayor de la Seo. Son pinturas al fresco de un ángel en cada uno de los entrepaños de los canecillos de la bóveda gótica del presbiterio.
Justo debajo de los ángeles músicos encontramos el Retablo de la Catedral de Valencia, una pintura al temple y óleo sobre sargas de Fernando de Los Llanos y Fernando Yáñez de la Almedina, que imitan el estilo de Leonardo da Vinci y de otros autores del renacimiento italiano. Una obra magnífica que en su conjunto son seis tablas de gran tamaño, que cuando se abre para las grandes ocasiones nos muestra 12 magníficas pinturas. En el exterior de la puerta izquierda encontramos la adoración de los pastores, la adoración de los Magos y la resurrección del Señor y en el exterior de la puerta derecha: la ascensión del Señor a los cielos, la venida del Espíritu Santo y la muerte y asunción de la Virgen. Mientras que en el interior izquierda están el encuentro de san Joaquín y santa Ana, el nacimiento de la Virgen y la presentación de la Virgen en el templo. Y a la derecha: la visitación de María a santa Isabel, la presentación del niño Jesús en el templo, y la huida a Egipto.
Otro retablo, aunque en esta ocasión es el retablo mayor de la Catedral de Santa María de la Asunción de Segorbe, que trata sobre la vida de Jesús y María. Este retablo se conserva actualmente en el museo de la Catedral. La obra es de Vicent Macip (1475-1545) y de su hijo, Juan de Juanes (1510-1579), que realizó sus primeras obras junto a su padre.
Nos centramos en Juan de Juanes y destaca una de las obras más valoradas: La última cena del Museo del Prado, que es una de las joyas de ese museo. Pintado entre 1555 y 1562. Óleo sobre tabla, 116 x 191 cm. Pintada para el banco del retablo mayor de San Esteban, de Valencia, junto a las pinturas sobre la vida de San Esteban, inspirada en Leonardo, tanto por lo que se refiere al espacio como a la elocuente expresividad de los apóstoles, muestra igualmente la estrecha vinculación de Juanes con Rafael. El cáliz que aparece en el centro de la mesa reproduce el que se guarda en la catedral de Valencia, considerado el auténtico vaso utilizado por Jesucristo en la Última Cena.
Nos adentramos ya en el siglo XVII y recoge una maravilla de Francisco Ribalta. Una de las primeras obras del barroco valenciano. Abrazo de san Francisco de Asís al Crucificado. Obra que pertenece al periodo maduro de Francisco Ribalta, realizado hacia 1620. San Francisco abrazado a Jesús acerca su boca a la sangre que brota de la herida del costado y en respuesta a esa unión mística Cristo desclava un brazo de la cruz para colocar su corona de espinas sobre la rapada cabeza del santo de Asís, mientras un ángel, con gesto emotivo, se dispone a coronar al Crucificado con una diadema de flores.
Pedro Orrente dejó el Sacrificio de Isaac, otra obra del Barroco valenciano que se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Bilbao y es una maravilla de dibujo, de composición y de teatralidad. De José de Ribera nos trajo San Pablo Ermitaño, un óleo sobre lienzo de 1640 que se encuentra en el Museo de El Prado. Es una obra de la última etapa de Ribera, quien desterró las tinieblas que caracterizan las primeras décadas de su carrera y apostó por una mayor claridad y una gama cromática más amplia.
Jerónimo Jacinto de Espinosa fue un pintor de la llamada Escuela valenciana del Barroco. De la segunda mitad del Siglo XVII. Continuador de la escuela de Ribalta, que tiene influencias de Pedro Orrente y Zurbarán. Se le ha llamado el Zurbarán valenciano. Su obra es eminentemente de inclinación religiosa. Y nos trajo Adoración de la Eucaristía.
La siguiente obra a analizada fue Alegoría del oído de Miguel March que se conserva en el Museo de Bellas Artes de Valencia. Este lienzo, junto con otros dos dedicados a la vista y al gusto, debió formar parte de una serie alegórica relativa a los cinco sentidos que se hallaba incompleta en el momento de su entrega a la Academia de San Carlos. Combina la pintura de género con la naturaleza muerta y la fábula alegórica.
En el s. XVII empiezan a coger fuerza los bodegones. Hay uno de muy hermosa factura en el Museo de Bellas Artes de Valencia, es de Tomás Yepes y se titular Bodegón con frutero de cerámica. Yepes adquiere un valor singular por su dedicación casi exclusiva al bodegón, género en el que demuestra excelentes dotes alcanzando un estilo muy personal.
A finales del s. XVII y al principio del s. XVIII. José Vergara pinta este cuadro llamado Lamentación ante Cristo muerto (1796) que pertenece al Barroco tardío y que se puede encontrar en la Catedral de Valencia.
La siguiente obra analizada fue la del pintor valenciano Vicente López, El pintor Francisco de Goya (1826). Museo del Prado. Un retrato formidable que es sin duda la más emblemática del genio. Goya está retratado de medio cuerpo, sujetando la paleta en la mano izquierda y en la derecha el pincel, ante un lienzo sobre un caballete.
De 1888 es el siguiente cuadro. Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga del alcoyano Antonio Gisbert. Es la obra maestra de toda la producción de Gisbert, este impresionante cuadro es también una de las indiscutibles y más bellas cumbres alcanzadas por el género histórico en España durante el antepasado siglo. Constituye además uno de los grandes manifiestos políticos de toda la historia de la pintura española en defensa de la libertad del hombre aplastada por el autoritarismo.
De finales del siglo también recoge la obra de Joaquín Agrasot, Las dos amigas (1866), que está en El Prado. Agrasot animado por su éxito se atrevió a aplicar las fórmulas de Fortuny en figuras de canon natural en este delicioso lienzo. Amable elegancia de la composición, sugerida y amparada en su argumento pastoril, como en la vivacidad fresca y jugosa con que está representada la pequeña cabritilla que acompaña el sueño de la pequeña pastora y, sobre todo, en la pujante intención realista con que está resuelto el paisaje de pradera.
Ya entrados en el siglo XX nos llega este cuadro Amor de madre (1912) del pintor valenciano Antonio Muñoz Degraín que se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Málaga. Es una de las obras más conocidas y emblemáticas del autor. Representa la tragedia y el dolor producidas por una inundación en la huerta de València. Una madre intenta salvar a su hijo de la furia de las aguas desbocadas. Los naranjos, la noria y las barracas se cubren de agua sucia y turbulenta, creando una sensación de dinámico desasosiego mediante una pincelada larga e intensa.
La fiesta de Ignacio Pinazo se encuentra ocupando un espacio en el museo más importante de España, en El Prado. Es un lienzo de 1890. Esta pintura es un testimonio del grado de modernidad alcanzado por el artista en su plena madurez, verdaderamente singular en el panorama de la pintura española de su tiempo. Evidente vanguardismo de este artista para su época, que anuncia ya en 1890 conquistas plásticas.
Otto alcoyano, Emilio Sala, nos dejó la Expulsión de los judíos de España. Pintado en 1889, es del género histórico y se encuentra en el Museo del Prado. La obra alude al momento decisivo en que se produce en el ánimo de los Reyes Católicos la toma de la trascendental decisión, plasmada en el Edicto de Expulsión publicado el 31 de marzo de 1492, por el cual los judíos residentes en España debían abandonar la península.
Ya en el último tramo de la conferencia hizo hincapié en varios artistas muy conocidos por todos como José Benlliure y Gil con el cuadro Oyendo Misa. Trajo el importantísimo cuadro de Joaquín Sorolla, Paseo por la orilla del mar. Con el pintor valenciano sentimos la brisa en el ondular de los vestidos y gasas, el sol levantino en los rostros, el sonido de las olas, el aroma del Mediterráneo...
José Fillol nos trae La bestia humana (1897). Sin disimulo, Fillol plantea una imagen de la prostitución femenina en la que denuncia la explotación humana y la degradación personal de la víctima. La crítica reconoció la pintura por su audacia y por su posicionamiento naturalista, pero sufrió censura.
La siguiente obra es Entre redes de José Mongrell. Este pintor, escultor, muralista y cartelista recibió las enseñanzas de Ignacio Pinazo en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos y trabajó posteriormente con Joaquín Sorolla. Pintor clave para comprender no sólo el impresionismo valenciano, sino el español en general. En ella el artista aborda uno de sus temas predilectos, el costumbrista, que une paisaje y atmósfera con escenas cotidianas de la vida diaria.
De nuevo aparece el Museo de Bellas Artes de Bilbao donde hay una obra emblemática de Genaro Lahuerta como es La siesta (1942). Genaro Lahuerta, pintor retratista formado en la Escuela de Bellas Artes de Valencia. Además de pintor, fue ilustrador y profesor de pintura. Ha expuesto a nivel nacional, recibiendo al final de su vida la Medalla al Mérito de Bellas Artes.
Y se despidió con una obra del Equipo Crónica que lo formaban Manolo Valdés (1942), Rafael Solbes (1940-1981) y Juan Antonio Toledo (1940-1995). Una recreación peculiar de uno de los fotogramas más famosos de la película El acorazado Potemkin. Pertenece a la serie de 'Policía y Cultura' en la que la policía agrede a los estudiantes con clara referencia al movimiento europeo de Mayo del 68. Vemos elementos de la cultura contemporánea, como son las escaleras del film del director soviético Eisenstein en la que los cosacos disparan contra el pueblo inocente.