La máxima distinción de Francia tiene sus orígenes dos siglos atrás. Los años de la Revolución Francesa terminaron un golpe de Estado. Como primer cónsul, Bonaparte motivó una serie de iniciativas para reconciliar a los franceses y reivindicar el honor individual y nacional y unir el valor de los militares a los talentos de los civiles. La condecoración de la Legión de Honor nació oficialmente en 1802 y reconocía el mérito individual adquirido y no transmitido y por tanto siempre era otorgada con independencia del origen social.
Napoleón quiso establecer una institución que hiciera olvidar la nobleza del Antiguo Régimen y a la antigua orden de San Luis, con el objetivo de responder a las aspiraciones sociales de los franceses animados por una sed de éxito, por lo que se concedía a todos los grupos sociales de la nueva Francia, de la burguesía comerciante o industrial a la burguesía de toga pasando por hombres remarcables por sus talentos intelectuales, políticos o militares.
El carácter de la Legión de Honor es meramente honorífico, por lo que su concesión no va acompañada de una compensación económica o de cualquier otro tipo. La medalla consta de dos caras. En una aparece el rostro de una mujer de perfil, la efigie que representa a la República. En la otra, dos banderas tricolor francesas cruzadas.