El escritor y poeta tinerfeño, D. Fernando G. Delgado arrancó el Ciclo del Centenario de la Muerte de D. Benito Pérez Galdós con la primera de las tres conferencias programadas en el Ateneo Mercantil de Valencia. La ponencia llegó bajo el título: "Galdós humano". El perfil de Galdós fue el de hombre político, con una deriva hacia el republicanismo; los amores con doña Emilia Pardo-Bazán y con la madre de su única hija; su papel como renovador del teatro español; la gran despedida nacional que se le dispensó tras su muerte; y el posterior silenciamiento de una figura magna de nuestras letras que, actualmente, vuelve a ser revisitada por escritores y escritoras actuales muy relevantes.
Galdós nunca quiso hacer referencia a su infancia. Se saben pocos detalles, ya que consideraba que su experiencia no se diferenciaba en gran medida de la del resto. Aunque se sabe, que "pese a que su padre era militar, no le gustaba jugar a la guerra". Se trasladó a Madrid, se le podía ver en el Teatro Real y en un café de la Puerta del Sol. "En la vida pública fue todo menos un pusilánime, un aguafiestas incómodo por su actitud combativa. No le faltaron enemigos". Además, huyó de airear sus relaciones amorosas. Tuvo una hija y murió en Madrid, "el que fue su espacio".
El escritor destacó que "Galdós se sentía abandonado por su memoria", en los primeros minutos de la su videoconferencia sobre la vida del prolífico novelista. "Cuenta con nada más y nada menos que 46 novelas, la historia del siglo XIX español. Fue el novelista español más notable después de Cervantes".
"Su sangre estuvo siempre a la defensiva, y por eso, una voz mas alta que otra podía verse como una voz invasora. Viajó porque era un aventurero y le fue fácil hacerse a diversos nidos. Contaba con un cierto abandono interior que la isla le fue conformando", explicó Delgado, que describió a Galdós como un "inadaptado" que "supo enfrentarse a todo el mundo", también al público.
"Un insular es un habitante de un paraíso o de un infierno, y por eso es víctima de sus espejismos. La melancolía es común en el insular. Es un ser en rebeldía consigo mismo y un contemplador de su existencia. La angustia tiene que ver con él y también el afán. Nunca es ajeno a los estímulos", señaló Delgado. El Premio Planeta también abordó la faceta política de Galdós. "Si pudiéramos oír a Galdós en el Congreso en lugar de escuchar la ordinariez de la política española actual, tendríamos una política descriptiva y profunda".