En el verano de 1874, el cónsul Thomas Buddenbrook, jefe de la poderosa empresa familiar del Báltico que había sobrevivido a todas las crisis políticas del siglo XIX y establecido una hegemonía ejemplar para la relación del capitalismo con la sociedad, advierte que el sentido de la responsabilidad que le había acompañado durante toda su vida empieza a desmoronarse ante los presagios de la muerte y la inutilidad de cuanto había logrado. “Tengo que poner todo en orden —se dice a sí mismo— antes de que sea demasiado tarde…” Casi por casualidad le llega a las manos un libro y, al leerlo, se da cuenta de que está recibiendo, de alguien más grande y sabio, “el derecho fundamental y solemne a sufrir a causa de este mundo que supuestamente es el mejor de todos los mundos posibles, pero que es, como se demostraba con brillante ironía, el peor de todos los imaginables”.
Así describe Thomas Mann, en su novela Los Buddenbrook, el encuentro de la empresa —de la empresa clásica, familiar, tradicional, ligada a los valores burgueses ilustrados— con la filosofía —el libro en cuestión era El mundo como voluntad y representación de Arthur Schopenhauer— y cómo ese encuentro cambia la concepción de las cosas que hasta ese momento el capitán de empresa Thomas Buddenbrook tenía. Tal vez no haya vuelto a describirse mejor la necesidad metafísica de la economía moderna.
La crisis económica global ha devuelto una vez más al capitalismo un rostro humano deformado para cuya descripción no es posible emplear términos exclusivamente económicos o que no incluyan en la economía una serie de elementos normativos de primer orden y de cuño mucho más antiguo. De hecho, la etimología de economía exige que algún tipo de nomos del oikos, de norma de la casa o de la morada humana, se encuentre siempre en primer plano.
Esa norma ha de apoyarse en algún tipo de saber o en la busca de algún tipo de saber que oriente a los seres humanos, precisamente cuando la crisis ha supuesto el desmoronamiento de los muros que sujetaban el mundo. Filosofía para la empresa propone una revisión de los términos de la actividad económica con una perspectiva filosófica que recorre la historia misma del pensamiento occidental en el instante decisivo de la globalización.