La fiesta de las Fallas de Valencia constituye un conjunto de prácticas, rituales, expresiones, conocimientos y técnicas que giran en torno a la elaboración y destrucción mediante el uso del fuego del elemento protagonista "La Falla", expresión popular y festiva de un pueblo.
La relación del Ateneo Mercantil de Valencia con las Fallas siempre ha sido muy estrecha desde nuestros inicios hasta hoy en día. Nuestra institución trabaja cada día por la defensa y por la difusión de la cultura y las tradiciones; estamos cerca de la sociedad valenciana, hemos aportado a lo largo de la historia nuestro granito de arena para construir la Valencia que hoy conocemos.
El Ateneo siempre ha tenido una sensibilidad especial con el mundo fallero, ayudando son nuestras posibilidades por la unidad y la expansión de la Fiesta a lo largo de nuestra centenaria historia. El Ateneo defendió a la Fiesta cuando tuvo que hacerlo, en sus peores momentos, y hoy en día la difunde por todo el mundo. Nuestro compromiso con las Fallas, con las comisiones falleras y con cualquier fallero que haya necesitado nuestra ayuda siempre ha sido ejemplar.
Una relación de más de un siglo
Nuestro legado es centenario y nuestra dedicación por las Fallas viene desde muy lejos. En el año de nuestra fundación, en 1879, el festejo tenía un ámbito local tan reducido que ni trascendía a la prensa diaria. Pero los años posteriores se produce un movimiento y había más interés, existen reuniones en el Ateneo interesándose por esas expresiones de humor popular.
Pero el consistorio evitó la proliferación por la crisis económica reinante y el cólera imponiendo un arbitrio a estas modestas expansiones de humor popular, por lo que sólo se plantaron cuatro en 1883.
El número de fallas iba incrementándose cada año hasta que en 1902 se alcanzan las 14 que se colocan en las principales calles y plazas de la Valencia antigua. El Ateneo continuó con la difusión cultural de la fiesta y en mayo de 1907, nuestra institución logró traer a Valencia a la infanta Isabel de Borbón para que conociera las fallas y la Feria de Julio donde el Ateneo siempre contó con un pabellón permanente en el Real de la Feria.
Además, ese mismo año se invitó a la banda municipal de la Guardia Republicana que llegó en tren desde París para tocar en el Ayuntamiento y en nuestra institución en las fiestas josefinas. En 1909, el año de la Exposición Regional, el Ateneo se volcó en la organización de este evento que marcó un antes y un después en la ciudad.
Ese año, el presidente del Ateneo Tomás Trénor encargó la creación de un himno para esta exposición a José Serrano, la música y la letra siguiendo los modelos del poeta Maximiliano Thous, se creó el Himno Regional Valenciano.
En los Años 20, tras la Primera Guerra Mundial, se produce un crecimiento económico y hay un incremento de la población del 35% en la capital del Turia y con él, también hay una expansión de las Fallas. La relación entre el consistorio y el Ateneo siempre ha sido constante e iba en aumento cada año, hasta que en 1925 nuestra entidad se vio con fuerzas de participar directamente de la fiesta y presenta en sociedad el primer monumento ateneísta, por cierto, una falla que fue galardonada con el segundo premio.
Ese primer monumento en principio tenía que haber sido compartido junto al Círculo de Bellas Artes, el Ateneo Mercantil presupuestó 2000 pesetas para la construcción de su falla, pero los artistas recamaron 5000 pesetas. Ahí comenzó una tirantez, que acabó por hacer cada institución la suya. A la prensa no le pareció bien que concurrieran en el concurso los artistas profesionales porque relegaron a un segundo plano a los aficionados de las comisiones.
El Circulo de Bellas Artes se llevó el primer premio con nueve grupos separados que ocupaban toda la calle; el Ateneo, que se llevó el segundo dotado con 1000 pesetas, también optó por grupos sueltos. El año siguiente se volvió a plantar de nuevo monumento; se optó de nuevo por grupos sueltos pero esta vez el jurado no la premió.
En 1927, el Ateneo Mercantil participa junto a otras instituciones valencianas en hacer posible la llegada del primer ‘Tren Fallero’, que llegaron de Madrid y de Murcia donde miles de valencianos regresaban a casa para las fiestas.
La relación del Ateneo Mercantil con las fallas es definitiva cuando un año después, en 1928, nuestra institución fue testigo directo de la creación del Comité Central Fallero, el germen de lo que hoy es la Junta Central Fallera.
En nuestro edificio se reguló todo el movimiento de la Fiesta tras largas reuniones entre los falleros y las comisiones. Durante meses se discutió, se pactó, se progresó en favor de la regularización y todo esto se hizo entre las paredes de nuestro edificio, intentando unir y englobar todas las expresiones artísticas que se habían extendido por la ciudad.
El Ateneo Mercantil apoyó en todos los sentidos al Comité Central de Fallas, estuvo de interlocutor incluso con el Ayuntamiento para que se rebajase el precio del fluido eléctrico para las Fallas y para que recibieran una subvención por la construcción de los monumentos. El alcalde de Valencia entonces, el marqués de Sotelo, concedió una partida presupuestaria de 15.500 pesetas en ayudas.
Las Fallas y el Ateneo Mercantil siempre han estado estrechamente ligadas, tanto que fue el propio Ateneo quien albergó en 1936, durante el inicio de la Guerra Civil española, la Asociación General Fallera Valenciana, conocida actualmente como Junta Central Fallera, organismo que regula y coordina la fiesta de las fallas de Valencia. Una tertulia perfectamente desgranada por el ponente D. Vicente de Castro, exvicepresidente de Junta Central Fallera.
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