El lunes, día 13 de febrero de 2017 tendrá lugar en el Salón Sorolla una nueva entrega de la Tertulia Histórica. En esta ocasión, la ponente Lola Pardo, nos hablará de María de Castilla, Reina de Aragón.
María de Castilla nació en Segovia el 1 de septiembre de 1401, falleciendo en Valencia el 4 de octubre de 1458. Infanta de Castilla, Princesa de Asturias (1402-1405) y reina de Aragón (1416-1458). Primera hija de Enrique III «el Doliente» y de Catalina de Lancáster y hermana de Juan II.
Nacida en la ciudad de Segovia, María fue la mayor de los hijos del rey Enrique III y la reina Catalina de Lancáster. Su madrina fue la tía de su madre, María de Ayala, monja e hija ilegítima del rey Pedro I de Castilla. Creció en una residencia completamente regida por castellanos, en donde vivió hasta el momento de su matrimonio, lo cual era inusual para una infanta destinada a casarse con un príncipe extranjero. Su educación estuvo a cargo del Gran Senescal del reino, Pedro González de Mendoza, mientras que su gobernanta fue Inés de Ayala y Toledo, 3ra Señora de Casarrubios del Monte. Como hija primogénita, María fue investida con el título de Princesa de Asturias, reservado para el primero en la línea de sucesión. Su padre la hizo jurar heredera presunta del reina en las Cortes de Toledo el 6 de enero de 1402, siendo al mismo tiempo comprometida con su primo-hermano Alfonso, hijo de su tío paterno Fernando, como una forma de reforzar sus derechos sucesorios. El nacimiento de su hermano Juan (futuro rey) en 1405 la desplazó de la sucesión; desde ese momento, ella fue sólo Infanta.
Su infancia fue muy feliz, de acuerdo a las crónicas contemporáneas; la fragilidad de su salud no fue evidente hasta el momento de su matrimonio. Su padre murió cuando ella tenía cuatro años, dejando la corona a su hermano Juan II, haciéndola heredera nuevamente. Su madre, la reina Catalina, gobernó el reino de Castilla como Regente durante la minoridad de su hijo y la Infanta pudo observa las capacidades de la reina en la labor gubernamental. Las acciones políticas de la Reina-Regente hicieron que posteriormente María fuera muy consciente de sus responsabilidades y prerrogativas como reina y como regente, que se confirmarían al entregársele el antiguo Señorío de Villena, a modo de Ducado de Villena, entre 1409 y 1415. Madre e hija fueron muy unidas y mantuvieron una frecuente correspondencia tras del matrimonio de la Infanta.
El compromiso entre María y Alfonso no fue formalizado hasta que ella cumplió los siete años de edad, aunque fue reconfirmado por el rey Enrique III en sus últimas voluntades y testamento. En el mismo acuerdo, se pactan otras dos alianzas nupciales: entre el hermano de María, Juan II y la hermana de Alfonso, María, y entre la hermana menor de María, Catalina, con el hermano de Alfonso, Enrique. El matrimonio entre María y Alfonso se celebra en la Catedral de Valencia el 12 de octubre de 1415. La ceremonia fue oficiada por el anti-papa Benedicto XIII, el cual también otorga la dispensa matrimonial para el enlace. María recibió una espléndida dote consistente en tierras y rentas, a la vez que Alfonso era elevado al rango de Infante de Castilla. El rey Juan II luego se quejaría de que la dote de su hermana era demasiado grande y que en verdad era la más grande jamás recibida por alguna Infanta de Castilla. Un año después, en 1416, su marido fue coronado Rey de la Corona de Aragón, subiendo al trono como Alfonso V.
Las disputas familiares eran constantes gracias a las políticas de sus suegros, los reyes de Aragón Fernando y Leonor Urraca. Los Infantes de Aragón, sus cuñados Enrique, Pedro y especialmente el intrigante Juan fueron extremadamente problemáticos e impertinentes durante la regencia de María.
María tenía una salud delicada; posiblemente ella padecía de epilepsia. Un brote de viruela la dejó con cicatrices permanentes y sin atractivo. No tuvo su primera menstruación hasta los dieciséis años, por lo que la consumación de su matrimonio fue postergada hasta entonces; no tuvo hijos. Su unión fue simplemente política sin ninguna clase de afecto. Los pocos momentos felices que tuvo en su matrimonio tuvieron lugar durante los primeros años. La falta de descendencia afecto grandemente su matrimonio y el reinado de Alfonso V. La relación entre ambos empieza a deteriorarse visiblemente desde 1423, luego del retorno de Alfonso V de Nápoles y al enterarse de que la amante italiana de su marido, Giraldona Carlino, le había dado un hijo, Fernando. Terriblemente herida por su infidelidad, María le informa falsamente a su marido de que su madre había muerto con el propósito de herirlo. El divorcio no era una opción y la pareja permaneció unida sólo por conveniencia.
Durante los años 1420 y 1423 y a causa de las largas ausencias de Alfonso V tuvo que actuar como lugarteniente general de Aragón entre los años 1432 y 1458.